El Rey y la Princesa Leonor, tras imponerle la miniatura del Toisón de Oro, la más alta condecoración que otorga la Corona española.
Ayer 30 de enero, el Rey Felipe cumplía 50 años. Una edad redonda en una jornada muy especial por ese y otro motivo: el monarca imponía a su hija Leonor la insigne orden del Toisón de Oro, en un solemne acto celebrado en el Palacio Real. Fue la parte pública de un día inolvidable. Por la tarde vendría la celebración privada, su fiesta de cumpleaños propiamente dicha, compartida por una vez con su primogénita por motivos evidentes.
El Rey congregó a su familia en su residencia de La Zarzuela. Dicen que fue Letizia la encargada de organizarle la fiesta. A diferencia de lo ocurrido en el 80 cumpleaños del Rey Juan Carlos, el pasado 5 de enero, esta vez Casa Real no facilitó ninguna foto de puertas para adentro. El hecho es que, antes de meterse de lleno en ella, Felipe no quiso pasar por alto las muestras de cariño que había recibido durante la jornada. Y lo hizo no con palabras solemnes, sino muy al estilo del siglo XXI: escribiendo un mensaje víaTwitter, en la cuenta oficial de la Casa de S.M el Rey.
"Gracias de corazón por todas las felicitaciones que he recibido hoy. Cada una me refuerza en mi compromiso de servir día a día a todos los españoles. Y aprovecho para felicitar también a quienes hoy comparten conmigo su cumpleaños".
Fue la manera perfecta de culminar una jornada que combinaba la circunstancia histórica con un momento personal muy emotivo.
Una mirada entre padre e hija que lo decía todo.