La lectura, más allá del placer estético, se consolida como una poderosa herramienta para preservar la salud mental y estimular la agilidad cerebral. En un entorno en el que la sobrecarga de información digital pone a prueba nuestra capacidad de atención, el acto de abrir un libro se erige como un ejercicio de concentración sostenida y de entrenamiento neuronal, capaz de reforzar la resiliencia emocional y la memoria de trabajo. 

Un reciente informe del Ministerio de Cultura reveló que el porcentaje de españoles que dedica su tiempo de ocio a la lectura de libros creció del 64 % en 2023 al 65,5 % en 2024. Esta moderada, pero constante progresión confirma una tendencia al alza en la valoración de los beneficios cognitivos y afectivos de la lectura.

"Uno de los mayores beneficios de la lectura es su impacto en la plasticidad cerebral, la capacidad del cerebro para crear y fortalecer conexiones neuronales", afirma el Dr. Antonio Donaire, jefe de neurología y director de la unidad de epilepsia del Hospital CIMA Sanitas Barcelona. "La lectura es un entrenamiento mental que potencia el desarrollo de nuevas conexiones, contribuyendo a una mayor agilidad cognitiva incluso en la edad adulta. A medida que leemos, ejercitamos nuestra capacidad de abstracción y análisis, lo que tiene un efecto positivo en la prevención del deterioro cognitivo".

El poder de la lectura frente al estrés

Este refuerzo de las rutas neuronales no solo mejora la rapidez de procesamiento de la información, sino que también actúa como amortiguador frente al estrés.Un estudio de la Universidad de Sussex midió los niveles de cortisol —la hormona vinculada al estrés— en un grupo de voluntarios antes y después de seis minutos de lectura; el resultado fue una disminución del 68 % en dichos niveles, superando incluso los efectos relajantes de actividades como escuchar música o dar un paseo.

La psicóloga Silvia Mérida Expósito, de Blua de Sanitas, añade que el hábito lector favorece la autorregulación emocional: "Frente a la hiperconexión generada por las redes sociales y el uso constante de dispositivos, la lectura ofrece una alternativa saludable que permite desconectar y reducir la sobrecarga informativa. Al elegir un libro, se estimula la atención sostenida y se fortalece la memoria de trabajo. Además, leer ayuda a reducir los niveles de cortisol, lo que promueve una sensación de relajación y bienestar".

la lectura es clave para el bienestar mental y la agilidad cerebral

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Pero los beneficios van más allá del alivio inmediato. Según el Informe de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2024, el 51,2 % de los ciudadanos se considera lector frecuente —aquellos que leen a diario o con regularidad semanal—. Destaca, especialmente, la franja de 14 a 24 años, donde el 75,3 % afirma dedicar su tiempo libre a la lectura. Dentro de este grupo, los más pequeños de 10 a 14 años lideran la tabla con un impresionante 86 %, seguidos por los jóvenes de 15 a 18 años (76 %) y los de 19 a 24 años (65,1 %).

Inculcar el gusto por la lectura en edades tempranas no solo fomenta el desarrollo lingüístico y el pensamiento creativo, consolida también un hábito protector frente al estrés futuro y al deterioro cognitivo. De este modo, colegios y familias se convierten en aliados fundamentales para crear entornos que favorezcan el descubrimiento de la lectura como fuente de placer y salud.

En la práctica clínica, no es raro que los profesionales de la salud recomienden lecturas dirigidas a reforzar la estabilidad emocional o a facilitar la gestión de situaciones difíciles. Existen incluso programas de lectura terapéutica que utilizan textos seleccionados para trabajar la autoestima, la empatía o la resiliencia.

El compromiso con una salud integral lleva a los expertos de Sanitas a promover iniciativas orientadas a integrar la lectura en rutinas de autocuidado. Talleres de lectura consciente, clubes de lectura para pacientes con patologías crónicas y propuestas de narraciones adaptadas a diferentes grupos de edad son algunas de las fórmulas empleadas para acercar los libros a quienes más pueden beneficiarse de ellos.

Hoy, cuando la tecnología multiplica las fuentes de estímulo y nuestra atención se disipa, el hábito de la lectura reaparece como un aliciente para el cerebro. Recuperar el placer de sumergirse en un relato —sea de ficción, ensayo o poesía— supone no solo disfrutar de un viaje intelectual, sino también ejercitar nuestra mente, gestionar mejor las emociones y fortalecer una de las herramientas más valiosas para envejecer con salud.

Al fin y al cabo, cada vez que nos dejamos llevar por una historia estamos, en realidad, tejiendo nuevas redes neuronales. Y, con ellas, aseguramos que nuestro cerebro siga siendo un territorio fértil, lleno de vida y posibilidades.