El verano está a punto de dar el pistoletazo de salida oficial, trayendo de nuevo el calor y el sol a nuestras vidas. En este contexto, el protector solar se vuelve el imprescindible de belleza que tenemos que utilizar a diario. Escogerlo no tiene que basarse en tendencias, sino que hay que tener en cuenta aspectos clave como la textura, el factor de protección, los ingredientes activos e incluso la zona del cuerpo a la que va destinado.
Más allá de la playa y piscinas, debe de ser un aliado en cualquier situación, evitando comprometer nuestra salud cutánea. En un momento en el que el envejecimiento prematuro y el cáncer de piel siguen en aumento, entender cómo funciona un fotoprotector y qué debemos exigirle es más relevante que nunca.
“A partir de estas semanas y hasta el otoño bien entrado, el producto más importante en nuestra rutina de cuidado es el fotoprotector. El sol puede ser beneficioso para nuestro estado de ánimo, es imprescindible para fijar el calcio en los huesos, pero es desgraciadamente el principal enemigo de la piel”, explica el farmacéutico Jerónimo Ors.
Qué es el FPS y por qué no debes fijarte solo en el número
Esta es una duda que suele surgir, pero aquí estamos para aclarártela. El Factor de Protección Solar (FPS o SPF) es la medida que indica cuánto tiempo puedes permanecer al sol sin quemarte comparado con no llevar protección. “Es importante decantarnos por índices que garanticen un nivel de seguridad alto. Porque recordemos que estamos jugando con la salud de nuestra piel, y por tanto, de nuestro cuerpo”, afirma el experto.
Los recomendable es escoger un protector SPF 50, especialmente para el rostro.
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La diferencia real entre espectros puede en ocasiones ser mínima, ya que lo más importante es la frecuencia y calidad de la reaplicación. “A partir de un factor 50, lo realmente importante es que renovemos la capa de protección cada dos-tres, o como máximo 4-5 horas, porque el producto se va degradando y por tanto la protección cae espectacularmente. Hay que extenderlo bien y con cuidado antes de exponernos al sol y renovar periódicamente la capa de protección.”, añade.
Además, conviene buscar protectores que incluyan también protección frente a los rayos UVA (responsables del fotoenvejecimiento) y, si es posible, frente a la luz azul y la radiación infrarroja, especialmente si usamos dispositivos electrónicos con frecuencia o vivimos en entornos urbanos. Busca la etiqueta "broad spectrum" o “protección de amplio espectro” y no escatimes: el protector solar debe aplicarse generosamente.
Distintos protectores para distintas zonas: rostro, cuerpo, escote y manos
No todas las zonas de la piel tienen las mismas necesidades, y por tanto, no deben tratarse igual. Hay áreas del cuerpo que tienen la piel más fina y expuesta, como es el caso del rostro, por lo que necesita fórmulas ligeras, no comedogénicas y, preferentemente, con antioxidantes añadidos. “En el rostro nunca debe ser inferior a 50”, declara el experto.
No olvides de aplicar tu protector solar también en el cuello, escote, orejas y manos.
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Existen protectores con acabado mate para piel grasa, con color para quienes desean unificar el tono, o con activos anti-edad para pieles maduras. En cuanto al cuello y el escote, por su parte, suelen ser olvidados, a pesar de su tendencia a la flacidez y las manchas. “Casi todo el mundo es más o menos consciente de protegerse la cara. Pero nos encontramos con personas que tienen la piel bien cuidada para su edad y un escote o unas manos con la piel seca, acartonada, llena de manchas y con un alto grado de envejecimiento, lo que produce muchas veces un efecto chocante”, confirma.
En cuanto al resto del cuerpo, y según nos explica Jerónimo: “Particularmente, soy partidario de texturas suaves y ligeras. Una buena leche solar con SPF 50 es más que suficiente en la mayoría de los casos. Lo más cómodo y funcional es utilizar la misma en general, tendiendo a buscar siempre la mayor protección”.
Fototipos de piel: cómo saber cuál es el tuyo y qué protector necesitas
El fototipo es la clasificación dermatológica que determina la respuesta de tu piel al sol, y se divide en seis tipos, del I al VI. Es importante conocer cuál es el tuyo, ya que te ayudará a elegir mejor el tipo de protección solar que necesitas. Aun así, la tendencia actual de los dermatólogos es utilizar siempre un FPS 50, independientemente del que tengas, especialmente en el rostro.
- Fototipo I: este hace referencia a una piel muy clara, ojos azules, pelirrojos. Se quema siempre, no se broncea. Necesita FPS 50+.
- Fototipo II: tiene la piel clara, ojos claros, se quema con facilidad y consigue un bronceado mínimo. En este caso necesita FPS 50 o 50+.
- Fototipo III: la piel es clara media y se broncea poco a poco. El fotoprotector tiene que ser FPS 30–50.
- Fototipo IV: cuenta con una piel morena, rara vez se quema y se broncea con facilidad. El FPS tiene que ser 30 mínimo.
- Fototipo V y VI: hace referencia a las pieles oscuras, que se broncean muy bien y rara vez se queman. Aunque el riesgo de quemaduras es menor, no están exentas de daño solar, por lo que se recomienda un FPS 20–30 como mínimo.
Cómo aplicar (bien) el protector solar y cuándo reaplicar
Esta es otra de las cuestiones que no siempre se siguen a rajatabla. Está muy bien que apliques tu protector antes de salir de casa, pero si no lo vuelves a utilizar el resto del día, no vamos a conseguir proteger bien nuestra piel. La regla es sencilla: debe aplicarse 20-30 minutos antes de la exposición solar y reaplicarse cada dos horas, o después de nadar, sudar o secarse con la toalla.
Lo más importante es reaplicarse el protector solar cada dos o tres horas.
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“El error más común que cometemos es aplicarnos el fotoprotector cuando ya estamos bajo el sol, restando por tanto eficacia en espacio y tiempo. El cosmético necesita unos minutos para extenderse bien y fijarse a la piel. Además, es fundamental recordar todas las zonas que van a estar expuestas y sobre todo renovar la capa periódicamente”, declara Jerónimo.
La cantidad también importa: una cucharadita de café para el rostro y al menos 30 ml (la cantidad de un vaso de chupito) para el cuerpo entero. También es importante no mezclarlo con maquillaje sin dejar que se absorba por completo, algo en lo que podemos pecar si vamos con prisas, y evitar confiar exclusivamente en cosméticos con SPF (como bases o cremas hidratantes), ya que la cobertura suele ser insuficiente.
Solares en texturas innovadoras
La importancia que se le ha dado al protector solar, y la concienciación de los consumidores, ha hecho que se vaya innovando cada vez más en esta categoría. Destacan, por ejemplo, los sticks invisibles, ideales para para retoques sobre maquillaje, los polvos minerales con SPF funcionan como escudo urbano, y los mist faciales permiten reaplicar protección sin alterar el maquillaje.
En el caso de las pieles sensibles, reactivas o con tendencia acneica las fórmulas "oil-free", "non-comedogenic" y testadas dermatológicamente son las más seguras. “Particularmente me gustan para las pieles reactivas el uso de texturas ligeras y con fórmulas centradas solo en las moléculas fotoprotectoras. Hay que exigir mucho en cualquier tipo de cosmético, pero para los solares hay únicamente dos exigencias: es muy importante que sean seguros y que nos protejan”, sentencia.
Y es que ningún otro cosmético, ya sea retinol o vitamina C, puede protegernos mejor frente al envejecimiento cutáneo. Evita manchas, arrugas, perdida de firmeza o textura desigual, todo ello en un solo producto. Por lo que, elegir el mejor para cada una, se vuelve una decisión clave en nuestro cuidado.