La Reina Letizia ha visitado junto al Rey el campo de concentración y extermino de Auschwitz-Birkenau, en Polonia, con motivo del 75 aniversario de su liberación en la II Guerra Mundial. La emoción y el recuerdo de aquella barbarie han sobrevolado cada paso, con el homenaje a las víctimas siempre presente. Letizia ha acudido a la cita como se pedía, de negro riguroso, en señal de respeto.

Sin embargo, dentro de la extrema sobriedad de su atuendo (abrigo y pantalón), ha destacado un elemento que aporta un toque extra de estilo. El justo, pues convenía no pasarse teniendo en cuenta el contexto. Nos referimos a la diadema que lucía. Una pieza de terciopelo negro, bastante ancha y drapeada, sin más adornos. Un elemento que sustituye a la perfección el tocado (más apabullante) y presta elegancia. Puestos a comparar, diremos que Máxima de Holanda ha optado por un casquete y Matilde de Bélgica por un sombrero de tipo Fedora de ala ancha y bastante calado.



Inevitablemente nos recuerda a la diadema que llevó para la ceremonia de Entronización del Emperador Naruhito de Japón, el pasado octubre. Entonces era un modelo rosa realizado por la sombrerera sevillana Nana Golmar. Esta nueva también es de la misma firma y es muy similar en la forma. En cualquier caso, Letizia ha resuelto con respeto y austeridad un evento complicado a nivel emocional.

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