Hace cuatro años, Ainhoa Arteta lidió entre la vida y la muerte. La soprano cogió una bacteria, que derivó en una septicemia. Ahora ha hablado sin filtros sobre aquella experiencia en 'Cuarto Milenio'. "Si yo verbalizo esto no hago daño a nadie. Simplemente doy mi experiencia. Me ocurrió en un estado en el que estaba prácticamente muerta", ha confesado.
La guipuzcoana ha contado que todo ocurrió cuando estaba realizando un viaje en tren y comenzó a sentirse indispuesta. Finalmente, tuvo que acudir a urgencias y fue intervenida de piedras en la uretra. "Mala suerte, llámale como quieras, pero cogí una bacteria y todo desencadenó en una septicemia". Fue trasladada en helicóptero desde su destino vacacional hasta el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. "No era consciente a dónde me estaban trasladando. Llegué y encontré a muchos médicos encima de mí. Solo recuerdo que dijeron que había que entubarla".
El testimonio de Ainhoa Arteta: "Ese día volví a la vida"
De aquel momento, la soprano guarda algunos flashes destacados. "Estaba tumbada con los ojos abiertos. Oía las cosas, pero no podía hacer absolutamente nada. Nunca me olvidaré cómo este chico al que había agarrado estaba llorando en una silla", ha contado. Ainhoa Arteta permaneció varios días en la Unidad de Cuidados Intensivos. "Intentaron hacer de todo para salvarme. Mi cuerpo no reaccionaba. Quedaba solamente el corazón".
La tolosarra ha explicado que avisaron a su familia cuando solo le quedaban tres horas de vida. "No me habían dado penicilina porque soy alérgica, pero los médicos necesitaban saber qué reacción iba a tener. Tomaron la decisión porque o moría de paro o de shock anafiláctico". Finalmente, el equipo médico optó por administrarle penicilina. "Empezó a funcionar".
"Ese día volví a la vida", ha reconocido. Guarda una sensación de felicidad de aquel instante. "Recuerdo que había estado en un lugar donde existía un silencio absoluto, no se oía absolutamente nada. A la vez, estaba suspendida. Yo no vi el túnel ni la luz, pero estaba suspendida en una imagen de galaxia. Era un sitio oscuro con muchas luces".
"Nunca había escuchado ese silencio. Muchas veces he querido volver. Quiero contarlo porque fue así. Yo estaba en ese silencio. Estaba feliz. No sentía ningún dolor. Era todo una alegría. Es verdad que veía a mis hijos y a gente que me quería en distintos lugares y llorando. Todos llorando muchísimo", ha revelado.
Ainhoa Arteta ha subrayado que después de esta experiencia respeta absolutamente todas las religiones. "Somos una parte muy elemental de la energía". Ha indicado que a raíz de todo esto entró en una conversación con el doctor. "Hubo una cosa que distorsionó el silencio. Una especie de llama, una cosa roja que llegaba desde abajo con mucho ruido y desazón. Salían figuras".
Gtres
"Era mi impotencia de no llegar a mis seres queridos y decirles que estaba muy bien. No tenía sensación de muerte, era la sensación de estar en otra dimensión", ha contado la cantante. Ha añadido que la última imagen que tiene es de su madre y su tía -ambas ya fallecidas. "Yo estaba en cruz. Me desperté así. Mi madre era como un aura. Reconocí que me agarraba la mano y me sonreía como diciéndome 'está todo bien''.
Todo aquello, Ainhoa Arteta lo fue asimilando días después. Poco después contactó con un oncólogo amigo suyo. Quiso saber si la medicación había tenido otros efectos. "Me dijo que no era la única que le decía esto". El médico le envió una entrevista de otro doctor, y todo encajaba con su experiencia personal.
Ha hecho hincapié en el enfado por haber vuelto. "Después de eso tengo un proceso de amputaciones, unas curas durísimas. Yo solo decía: 'con lo bien que estaba yo, ¿por qué tengo que está aquí?'. Le he dado muchas vueltas a la cosa...". Ha manifestado que la principal sensación que le quedó es que no morimos. "Muere el cuerpo, pero no muere el alma. El alma es eterna y tiene mucho que ver con la energía", ha insistido.
La soprano ha reconocido que cuando alguien muere solo le queda decir que no se ha muerto. "Siempre estará con ellos". Ha distinguido el querer del corazón y del alma. Sobre este último ha dicho que es el amor en el que nos volvemos a reencontrar. "Es el tipo de energía que nos une. El corazón es perecedero, pero el alma no muere".
"He aprendido una lección tremenda. Hay tantas cosas en la vida que se vuelven irrelevantes y te das cuenta de la cantidad de tiempo que perdemos en tonterías. Cosas que no están en tu mano. Siempre digo: ¿qué pretendo cambiar? Todo lo que nos rodea es mucho más poderoso. Obviamente, la vida no es fácil, pero depende mucho del cerebro de cada uno. De las cosas malas es de las que más se aprende".