Hay bodas y luego están LAS bodas: esas que tienen vistas de postal, sombrillas a rayas que piden a gritos un Aperol Spritz, y una invitada que, con un vestido de 29,95 euros, deja claro que el estilo no tiene nada que ver con el presupuesto. Elsa Anka ha viajado al mismísimo Lago di Como (sí, donde los atardeceres parecen filtros de Instagram y la gente guapa parece aún más guapa) para asistir al enlace de unos amigos. Pero si pensabas que la protagonista iba a ser la novia… te equivocabas.
La presentadora se ha marcado un 'lookazo' que resume perfectamente lo que muchas invitadas de boda intentan y pocas logran: estar espectacular sin pasarse de intensa. Su vestido de Zara cuesta menos que una ronda de Bellinis en la terraza del Grand Hotel Tremezzo, pero tiene todo lo necesario para arrasar: estampado mediterráneo, silueta ceñida, escote con picardía y ese largo midi que funciona igual de bien para un cóctel junto al atardecer que para bailar la canción 'Volare' en la pista.
La mejor vestida de la boda... sin dejarse el sueldo. Elsa Anka ha hecho magia fashion con un diseño de Zara.
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Porque sí, los novios seguramente iban radiantes (como debe ser), pero Elsa Anka demostró que hay invitadas que dominan el arte de impactar. Y lo mejor es que lo hizo con una de esas prendas que no necesitan apellido de diseñador ni etiqueta de lujo para funcionar. Solo necesitan caer bien, sentar de maravilla, y estar en el sitio adecuado en el momento justo. Este vestido de Zara lo tenía todo. Y la madre de Lidia Torrent, como buena experta en saber qué ponerse y cuándo, también.
Así que si estabas buscando inspiración para tu próxima boda, o simplemente querías confirmar que aún se pueden encontrar joyas en Zara sin hipotecarse… aquí la tienes.
Elegancia al sol de Italia
29,95 euros y un vestido que parece de pasarela. Elsa Anka ha demostrado que el glamour no siempre lleva etiqueta de lujo.
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Que Zara tiene un máster en sacar prendas virales ya lo sabíamos, pero lo de este vestido es otro nivel. Cuesta 29,95 euros, sí, pero visto puesto en Elsa Anka parece sacado directamente de una boutique italiana de esas que solo aceptan pagos en efectivo y miradas aprobatorias.
El patrón es una fantasía para cualquier silueta: escote corazón ligeramente estructurado, tirantes finos que alargan el cuello, y un corte entallado que dibuja la figura sin apretar ni marcar lo que no interesa. Pero espera, porque ese bajo con volante sutil le añade justo el movimiento necesario para hacer de cada paso un pequeño desfile. ¿Más? El estampado, por su parte, es un homenaje al Mediterráneo más jugoso: racimos de uvas en tonos púrpura sobre fondo rosado que recuerdan a los manteles de las trattorias de toda la vida, con vistas al mar y aroma a albahaca. En resumen, es alegre, veraniego y tiene ese punto retro que se agradece cuando lo que buscas es destacar con gracia.
La invitada mejor vestida… casi por el precio de una pizza
Elsa Anka ha conquistado el Lago di Como con un lookazo de Zara.
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Elsa Anka no solo se puso en Italia un vestido de Zara; se puso actitud, se puso elegancia, se puso un “mirad qué bien me queda gastar poco” que ya quisiéramos muchas en nuestras mejores bodas. Porque sí, el estilo no se mide en euros, se mide en aplomo. En saber que el low cost bien llevado puede tener más efecto que un 'Alta Costura' mal entendido.
Además, este tipo de vestidos tienen superpoderes ocultos: se adaptan, favorecen y te sacan del apuro sin pedirte hipoteca. ¿Qué más se puede pedir? Porque lo que sí te aseguran es un estilismo impecable que va directo del carrito online de Zara al álbum de fotos del evento. Así que sí: aplauso lento para Elsa Anka, que nos ha dado una lección de estilo, de inteligencia y de compras con cabeza. Y un recordatorio de que, a veces, la prenda más potente del armario es esa que no pesa en la tarjeta de crédito pero sí deja huella en la memoria.
Fíchalo antes de que sea tarde
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¿Lo mejor de este vestido de Zara? Que no se queda colgado tras la boda esperando otra invitación con etiqueta. Al contrario: pide calle, sol y planes con sabor a verano. Porque sí, es ideal para ir de invitada, pero también para convertirse en ese comodín que salvas una y otra vez cuando el armario te pregunta: “¿y hoy qué?”.
Póntelo con sandalias planas y gafas de pasta para una comida al aire libre, o con alpargatas de cuña y pendientes dorados si el plan es una noche con vistas al mar. Y si eres de las que reciclan estilismos sin pudor (y con estilo), este vestido se lleva genial con cestas de rafia, chaquetas vaqueras o incluso una camisa blanca desabrochada encima.
En definitiva, este diseño tiene ese punto entre romántico y cañero que se adapta a cualquier mood: desde el paseo en bici hasta la copa al atardecer. Y todo eso, sin necesidad de pensar demasiado. Solo hace falta tiempazo, actitud y ganas de pasarlo bien.