Estamos en plena temporada de bodas, bautizos y comuniones. Estas reuniones familiares o entre amigos se han convertido en un caro desembolso económico para los invitados. Hoy en día, cada vez son más las parejas que optan por pedir dinero en lugar de regalos físicos. Atrás quedaron las listas de boda donde los novios pedían menaje, muebles o decoración para su futura casa. Hoy en día, son muchas las parejas que conviven antes de darse el 'sí, quiero', por lo que tienen cubierta esa parte. Por ello, es muy habitual recibir un número de cuenta o un número de teléfono con Bizum cuando nos llega a nuestras manos una invitación de boda. ¿Es esto correcto según el protocolo social? Hablamos con María José Gómez y Verdú, experta en protocolo, quien nos analiza la situación y nos da las diferentes claves.
Como hemos dicho anteriormente, hay una gran evolución en el mundo nupcial. Ya son pocas las parejas que apuestan por las listas de bodas en las tiendas físicas y apuestan por transferencias bancarias o sobres con dinero. Alguno de los motivos de ello es porque ya viven juntos, quieren ahorrar para irse de luna de miel o, incluso, no molestar a los invitados, poniéndole facilidades a la hora de hacer entrega de los regalos. Entonces, ¿es adecuado, según el protocolo, pedir dinero? "En el universo de las celebraciones nupciales, pocas decisiones generan tanto debate como la de incluir una solicitud explícita de dinero en la invitación de boda", comienza diciendo la experta.
Boda de Philippos de Grecia y Nina Flohr
Gtres
Son muchos los cambios que han surgido con el paso de los años en el mundo nupcial: "A medida que cambian las dinámicas sociales y económicas, las parejas modernas enfrentan nuevos desafíos, y una de las formas en que intentan adaptarse es replanteando las costumbres tradicionales. No obstante, desde la perspectiva del protocolo y la etiqueta, esta práctica merece un análisis más profundo", explica María José Gómez y Verdú.
Apunta que "una invitación de boda, según los cánones clásicos del protocolo, es un documento formal cuyo único propósito es comunicar a los invitados la fecha, hora y lugar del enlace, así como el deseo de los anfitriones de contar con su presencia. No debe ser utilizada para asuntos logísticos, financieros o personales que puedan comprometer la delicadeza de la comunicación", por lo que "pedir dinero directamente en la invitación es una ruptura evidente con este principio". Y añade: "Aunque muchas veces se hace con la intención de facilitar las cosas —por ejemplo, evitando regalos físicos innecesarios o contribuyendo a la luna de miel—, el protocolo enseña que los deseos materiales no deben figurar en el mensaje inicial de una invitación".
Alessandra de Osma con un vestido de boda de inspiración romántica
Gtres
María José Gómez y Verdú asegura que "desde el punto de vista de la etiqueta, el gesto de pedir dinero puede interpretarse como poco elegante, e incluso ofensivo para algunos invitados. Aunque la intención sea práctica, el mensaje puede resultar incómodo: el acto de regalar, tradicionalmente, debe ser voluntario, no inducido. Y aunque existan fórmulas amables o creativas ("preferimos dinero en lugar de regalos", "tenemos todo lo que necesitamos, pero agradeceríamos su ayuda con nuestro viaje"), estas suavizaciones no siempre mitigan la percepción de exigencia o transacción".
La experta en protocolo añade que "no se puede ignorar que vivimos en una era en la que muchas parejas ya conviven antes de casarse, tienen su hogar formado y prefieren apoyo económico que les permita vivir nuevas experiencias. Esta realidad es válida y comprensible. No obstante, la clave está en cómo se gestiona esta preferencia sin vulnerar las normas del buen gusto. Una alternativa más respetuosa con la etiqueta consiste en utilizar canales alternos, como una página web de boda o una conversación informal con familiares cercanos, para comunicar este deseo. Así se evita convertir la invitación en un vehículo para solicitudes económicas y se mantiene la cortesía como eje de la comunicación", explica.
"Pedir dinero en la invitación de boda, desde el punto de vista del protocolo y la etiqueta, no es correcto. Puede entenderse como una falta de consideración hacia la libertad del invitado de elegir cómo y si desea hacer un obsequio. Las formas importan, y más aún en contextos sociales cargados de simbolismo como una boda. La elegancia no reside solo en la decoración o el vestuario, sino en los gestos, las palabras y el respeto por las sensibilidades ajenas. Apostar por la sutileza y la discreción siempre será la opción más refinada", zanja. ¿Y tú, te atreverías a pedir dinero en tu boda o lo consideras un error de etiqueta imperdonable?