En las últimas horas muchos han sido los comentarios en redes sociales comentando las fotografías que Casa Real publicó sobre el protocolario acto de presentación de cartas credenciales de miembros de cuerpos diplomáticos ante el Rey Felipe VI. Con la ayuda de la experta en protocolo y etiqueta, María José Gómez y Verdú, conocida en Instagram como @protocoloyetiqueta.es nos desgrana todo lo que simboliza y lo que esconde esta llamativa puesta en escena que cada poco tiempo se lleva a cabo en el Palacio Real.
“La presentación de cartas credenciales es uno de los actos más solemnes y representativos del protocolo diplomático internacional. Se trata del documento oficial por el cual un jefe de Estado designa a su embajador ante otro país, y que éste debe entregar en mano al jefe de Estado receptor. En España, esta ceremonia tiene como protagonista a Su Majestad el Rey Felipe VI, quien, como máximo representante del Estado, recibe a los nuevos embajadores acreditados en el Palacio Real de Madrid”, destaca Gómez y Verdú.
El curioso vehículo utilizado para trasladar a los diplomáticos al Palacio Real
“La tradición, la etiqueta y la simbología de este acto lo convierten en uno de los momentos más significativos del calendario institucional”, resalta nuestra experta. Y es que no es un simple acto de presentación de un documento, “el procedimiento comienza con el traslado del embajador desde el Ministerio de Asuntos Exteriores hasta el Palacio Real”. Hasta este traslado tiene enjundia, porque se lleva a cabo en un llamativo y espectacular vehículo. “Este recorrido se realiza en carroza de época, escoltado por la Guardia Real a caballo, lo que refuerza el carácter ceremonial del acto y recuerda la dimensión histórica de la monarquía como eje de la diplomacia española”.
En concreto, “la carroza utilizada en esta ocasión es la conocida como coche de París, una pieza de gala construida en el siglo XIX que forma parte del patrimonio histórico de la Casa Real”. María José Gómez y Verdú nos recuerda que “su uso está reservado a este tipo de ceremonias y simboliza tanto la continuidad institucional del Estado como el honor que se concede al embajador como representante soberano de otro país”.
Según nos cuenta nuestra experta, “ya en el Palacio, es donde se produce la entrega formal de la carta credencial, un documento escrito por el jefe de Estado del país emisor que presenta al embajador como su representante oficial y solicita que se le otorgue plena confianza para ejercer sus funciones”. Sobre el desarrollo del acto en sí, Gómez y Verdú destaca que “durante la audiencia, se intercambian palabras de cortesía, a menudo con referencias a la amistad bilateral y a los intereses comunes entre ambos países. Aunque breve, esta conversación representa un primer contacto institucional y tiene un valor político importante, pues marca el inicio formal del trabajo diplomático del embajador en territorio español”.
Uno de los carruajes usado en estas ceremonias entra en el Patio de Armas del Palacio Real en Madrid.
Casa de S.M. el Rey
“El origen de este ritual se remonta al Renacimiento”
Como siempre ocurre en estas ocasiones, María José Gómez y Verdú recalca que “uno de los aspectos más cuidados del acto es la etiqueta. Los embajadores deben asistir con frac diplomático o con el uniforme ceremonial de su país. El Rey Felipe VI, por su parte, viste el uniforme de gran etiqueta del Ejército de Tierra, con banda y condecoraciones, una indumentaria que subraya su papel como jefe del Estado y mando supremo de las Fuerzas Armadas”. Al igual que muchas de las tradiciones entorno a la parafernalia real, “el origen de este ritual se remonta al Renacimiento, cuando comenzaron a establecerse embajadas permanentes. Desde entonces, la entrega de cartas credenciales se ha mantenido como una práctica esencial en la diplomacia entre Estados soberanos”.
Y como también ocurre muchas veces con estos actos, “a lo largo de los siglos, ha evolucionado en forma, pero no en fondo: sigue siendo un acto cargado de simbolismo, que representa el respeto entre naciones y el inicio de una relación formal entre gobiernos”. Para acabar, nuestra experta en protocolo y etiqueta recuerda que “en España, la Corona ha sido históricamente el canal institucional para este tipo de relaciones. Con Felipe VI, la tradición se ha mantenido con rigor, reflejando tanto la continuidad del protocolo como el papel del monarca en la proyección internacional del país. Lejos de ser una mera formalidad, la presentación de cartas credenciales es una expresión tangible del compromiso con el diálogo, el respeto mutuo y la cooperación entre Estados”.