Lleva 40 años totalmente retirada de la vida pública, pero la figura de Pepa Flores (76) nunca se ha podido olvidar. Ahora es el nuevo documental Marisol, llámame Pepa, que llega a los cines este 10 de mayo (tras estrenarse en el pasado Festival de cine Málaga), el que vuelve a poner en el foco de la actualidad a la mítica estrella de nuestro país, que sufrió episodios muy dramáticos en los primeros años de su vida artística hasta que decidió dejarlo tod0.

En 1985, con solo 37 años,  Pepa Flores dio un carpetazo a la vida pública y desapareció. Acababa de presentar en el Festival de San Sebastián junto a Antonio Banderas la película Caso Cerrado, y venía de vivir el gran éxito de la serie de televisión Mariana Pineda, pero nada de eso cambió sus planes de retirarse y despedirse para siempre del arte que hasta entonces había sido su profesión y su vida.

En todos estos años, nada le ha hecho cambiar de opinión. Ni suculentas ofertas para volver al cine, ni cheques millonarios para conceder una entrevista, ni siquiera grandes homenajes (fueron sus tres hijas las encargadas de recoger el Goya de Honor que le concedió la Academia de Cine en 2020, en la gala que ese año se celebró en Málaga, la ciudad donde nació y vive desde hace décadas). Pepa Flores se ha mantenido firme en su deseo de pasar página y vivir la vida según sus propias convicciones.

Los comienzos de Marisol como niña prodigio

Emulando a Greta Garbo, Pepa Flores encontró la felicidad en la tranquilidad y la vida sencilla, a muchos kilómetros del brillo de su carrera, con muchas luces, pero también con sus sombras. Todo empezó cuando Marisol comenzó a trabajar como actriz siendo una niña, poniendo luz a la España en blanco y negro de los años 60.

Carmina Ordóñez

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Había nacido en Málaga, como la hija mediana de una familia muy humilde. Ya desde pequeña mostró su afición por el cante y el baile flamenco y muy pronto se unió a la organización "Coros y danzas". Fue precisamente en un viaje a Madrid con ellos, en 1959 para participar en un programa de televisión, donde la descubrió el gran productor de la época Manuel Goyanes.

Pizpireta, con una larga melena rubia, unos preciosos ojos verdes, un rostro angelical, una sonrisa que enamoraba y una voz privilegiada, Marisol enseguida se convirtió en la gran estrella del cine español. Una niña prodigio que muy pronto traspasó fronteras.

Marisol

Su primera película fue 'Un rayo de luz' en 1960.

Semana

A los 12 años recibió el premio a mejor actriz infantil en la Mostra de Venecia por Un rayo de luz. Luego vinieron Ha llegado un ángel, Tómbola, Marisol rumbo a Río, Los novios de Marisol o Cabriola, estas tres últimas ya de adolescente.

Marisol era el fenómeno de la época, el símbolo del sueño español que representaba cómo un niña pobre podía llegar a lo más alto. Una estrella en medio mundo, una adolescente que desprendía luz, a pesar de que ella lo vivía de forma muy diferente y el estrés del trabajo sin parar le llegó a provocar una úlcera de estómago. Dicen que entonces ya tenía intención de abandonar el cine, pero su entorno no se lo permitió.

Marisol

La actriz y cantante se convirtió en la gran estrella de nuestro país.

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Marisol era una máquina de hacer dinero. Su nombre llegó a ser una marca publicitaria para vender todo tipo de productos, desde revistas a muñecas, y tuvo su propio club de fans. Aunque ella cada vez se sentía más insatisfecha en ese mundo, el engranaje estaba perfectamente diseñado para continuar explotando la "gallina de los huevos de oro".

Marisol

Junto a Antonio Gades, Lola Flores, Emma Penella y Marujita Díaz.

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El primer matrimonio de la artista

La familia Goyanes se encargó de su carrera, pero también de acogerla en su casa. Tras los rumores de algunos amores adolescentes con Antonio “El bailarín”, el torero Palomo Linares, o los cantante Junior y Juan Pardo, en 1969 se casó con Carlos Goyanes, hijo de su descubridor.

Marisol y Carlos Goyanes

Su primer matrimonio fue con Carlos Goyanes, hijo de su descubridor.

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El matrimonio solo duró dos años (se declaró nulo por inmadurez de ambos cónyuges), y fue precisamente la entrada en los años 70 el momento de su gran cambio. La niña prodigio quedaba atrás para dar paso a la madurez de Pepa Flores: "Dejar atrás a Marisol fue muy duro, sobre todo hacer entender a la gente que era Pepa Flores y que el pasado tenía que ser solo pasado", reconoció muchos años después sobre esa etapa de su vida.  

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Marisol y Rocío Dúrcal

Marisol y Rocío Dúrcal fueron dos de las niñas prodigio de España.

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Aunque las películas de esa época, como La corrupción de Chris Miller o el musical La chica del Molino Rojo no tuvieron tanto éxito como su etapa de niña y adolescente.  También en los 70 cambió su repertorio musical, por canciones mucho más maduras y comprometidas.

Su relación con el bailarín Antonio Gades, padre de sus tres hijas

En 1973 comenzó su relación con el gran bailarín Antonio Gades con quien tuvo sus tres hijas, María (1974), Tamara (1976) y Celia (1981). Se casaron en 1982, en Cuba, teniendo como padrino de bodas a Fidel Castro. Junto a Antonio Gades comenzó su activismo político de izquierdas y poco a poco se fue retirando del mundo del espectáculo para vivir en el pueblo alicantino de Altea y dedicarse a la familia.

Marisol y Antonio Gades

Se casó con el bailarín Antonio Gades, padre de sus tres hijas.

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Sin embargo, antes de su retirada definitiva, rodó a las órdenes de Carlos Saura Bodas de sangre y Carmen.

El último gran amor de Marisol

Un año después de decir adiós a la vida pública, Pepa Flores se separó de Gades, aunque ya llevaban tres años sin vivir juntos.

Marisol y Massimo Stecchini

Marisol encontró a su gran amor en Massimo Stecchini, con quien vivió feliz hasta la muerte del italiano en septiembre de 2023.

Gtres

En su vuelta al anonimato en su Málaga natal encontró al gran amor de su vida, el italiano Massimo Stecchini, dueño de una pizzería de la ciudad, con quien compartió treinta años de felicidad hasta la muerte de él, el 3 de septiembre de 2023.

Muy lejos de los días de gloria, de la fama y del trabajo que se llegó a convertir en una cárcel, Pepa Flores ha conseguido la paz interior y la felicidad que no pudo tener cuando era una niña prodigio, una estrella admirada y aclamada, a la vez que sufría encerrada en un mundo que no quería. Sin embargo, el mito continúa y permanece en la memoria de los fans de su época que no la han olvidado y también de las nuevas generaciones que la han descubierto, y cada cierto tiempo vuelve a resurgir con la fuerza de siempre. El nuevo documental sobre su vida es otro ejemplo del inacabable interés por Marisol o Pepa Flores.