Este lunes se cumplen 22 años del terrible accidente de tráfico que cambió para siempre la vida de Raquel Morillas, ex participante de la tercera edición de Gran Hermano y uno de los rostros más carismáticos y recordados de la televisión. Aquel siniestro automovilístico le ha dejado una incapacidad del 41 por ciento y cuadros crónicos de sordera y ceguera. Sin embargo, Morillas afronta la vida con un optimismo desbordante: enamorada y feliz se encuentra en “el mejor momento de mi vida”.

Su vida como vendedora de cupones

Morillas atiende la llamada de SEMANA apurando unos días de vacaciones y con la satisfacción de haber encontrado serenidad vital. Bordeando el medio siglo, la madrileña reside desde hace años en Santa Pola (Alicante) con su esposa, Noah, con la que ya lleva casi una década de feliz relación, cinco de ellos en matrimonio. Trabaja como vendedora de cupones de la ONCE, trabajo que le reporta muchas satisfacciones, pero también grandes sacrificios. “Trabajo a pleno sol en verano y con frío en invierno, también los fines de semana”, nos explica. Sin embargo, Raquel es feliz repartiendo suerte entre sus vecinos.

Raquel Morillas y su terminal de la ONCE

La alegría y vitalidad que desprende Raquel no significa que tenga una vida sencilla. Las secuelas físicas del accidente de tráfico le acompañan toda la vida a pesar de que ella las viva con la mayor de las sonrisas. “No estoy en la ONCE por guapa”, dice con su característico sentido del humor. La realidad es bien distinta: “Tengo una incapacidad del 41 por ciento, no veo por el ojo izquierdo, no oigo tampoco por ese oído, tengo un pitido constante y además sinusitis crónica”, explica con una entereza abrumadora.

Le cuesta ver sus fotos antiguas

Raquel Morillas

Así fue su foto oficial para GH 3

“Todavía me cuesta ver fotos antiguas y es posible que eso nunca llegue a superarlo”, asegura Raquel que por otra parte nos cuenta que actualmente no sigue ningún tratamiento psicológico, pero agradece enormemente el trabajo de los terapeutas emocionales con los que ha trabajado su salud mental durante años que le permiten celebrar la fecha de hoy con la alegría que manifiesta. “Le he perdido, además, el miedo a la muerte”, comenta con un optimismo contagioso. No siempre fue así y durante una época la madrileña encontró alivio a tan terrible trauma en el juego, algo que también consiguió vencer.

Así fue el accidente que casi le cuesta la vida

El terrible siniestro tuvo lugar en la autovía C-32 (Maresme), en el kilómetro 97,7, cerca de Argentona, Barcelona, cuando Raquel y su entonces pareja, Noemí Ungría, (también concursante del programa de telerrealidad) se dirigían al plató de Crónicas Marcianas, espacio en el que ambas trabajaban como colaboradoras.

Noemí Ungría y Raquel Morillas

Imagen del coche tras el accidente de tráfico de Noemí Ungría y Raquel Morillas.

Gtres

Según los informes y el relato de los testigos, el vehículo de la pareja (un Mazda MX5 descapotable que conducía Noemí) se vio obligado a realizar una maniobra evasiva debido a que otro coche se acercó peligrosamente, posiblemente intentando saludar o hacer una broma. Esto provocó que Noemí diera un volantazo, lo que llevó al Mazda a salirse de la vía, romper una valla de seguridad y precipitarse por un terraplén de aproximadamente siete metros, dando varias vueltas de campana. El hecho de que el coche fuera descapotable agravó las lesiones de las dos estrellas de la pequeña pantalla, que quedaron atrapadas e inconscientes en el interior del vehículo.

Fue Raquel la que sufrió las consecuencias más graves. Fue trasladada de urgencia al Hospital Germans Trias i Pujol (Can Ruti) en Badalona, donde ingresó en la UCI en estado crítico, con traumatismos craneales y faciales severos. Fue intervenida quirúrgicamente durante varias horas por equipos de neurocirugía, cirugía plástica y maxilofacial y necesitó hasta diez operaciones posteriores para tratar las secuelas, que incluyeron placas y tornillos en el cráneo, además de cicatrices visibles en el rostro.

Radiografía de Raquel Morillas

En una radiografía de cráneo que Raquel publicó en redes sociales se puede ver con claridad la estructura que rodea el cerebro, los huesos faciales, de la nariz y senos paranasales llenos de placas y tornillos que son un claro signo de la ardua tarea médica de reconstrucción que se tuvo que llevar con ella. "Creo bastante en el destino y ese día aún no me tocaba marchar", escribió.

Noemí Ungría, por su parte, sufrió un traumatismo abdominal y heridas en la frente y un ojo, pero su estado fue menos grave, y se le dio el alta pocos días después.