Llega a la cita media hora antes y nos espera en la puerta como si se tratase de su casa y es que, en cierto modo, lo es, ya que Pedro Ruiz vivió en el Hotel Intercontinental de Madrid durante dos años y lo visita con frecuencia. Allí todos le conocen y le tratan con familiaridad, entre ellos su amigo Alfredo, el conserje, que, cada vez que le ve, le propone un breve título con el que Pedro hace una poesía en tres minutos. Maravilla pura. "Escribo todos los días, es muy bueno para ejercitar la mente", dice mientras nos enseña el boceto del libro que ha escrito en 13 días a mano, con letra de monje amanuense y ¡sin tachones! Paren el mundo que me bajo se titula.
Pero Pedro no ha venido a hablar de su libro (que también), sino de su espectáculo, 'Mi vida es una anécdota by confidencial', que representa en los Teatros del Canal de Madrid del 2 al 4 de mayo, conmemorando sus 50 años de carrera. En el mismo, cuenta anécdotas con personajes conocidos como Raphael o Julio Iglesias.
"Con Julio Iglesias hubo un no entendimiento porque una de sus novias (Vaitiare) estuvo conmigo y supongo que eso le sentó mal", nos confiesa Pedro Ruiz.
Foto: Luis Miguel González
Medio siglo en los escenarios
50 años de carrera, se dice pronto...
Yo no mido la vida en tiempos, sino en propósitos. Estoy haciendo cosas y no me fijo en el calendario, ni siquiera casi en el del año.
¿Y no haces balance?
Muy poco. Ahora lo hago porque conmemoramos que el 11 de marzo de 1974 hice en Madrid una actuación y casi me echan del país. Aquello tuvo mucho eco, se publicó que había inaugurado la libertad de expresión.
En tu nuevo espectáculo, cuentas situaciones vividas con personajes conocidos…
Anécdotas que tienen una trastienda curiosa, como la del caballo que le regalé a Estefanía de Mónaco o cosas que me pasaron con Matías Prats abuelo. Situaciones que muestran que todos tenemos los mismos problemas, contadas de buen rollo. Yo solo milito en la concordia.
¿Vamos a descubrir muchos secretos?
No entro en mi vida privada, porque nunca lo he hecho, pero hay mucha interacción porque la gente reconoce su propia vida a través de estas anécdotas.
Su amigo, Raphael
Uno de los personajes de los que hablas es Raphael, que acaba de anunciar su vuelta a los escenarios.
Acabo de hablar con su mujer, Natalia Figueroa. Estaba seguro de que sería así. Comí con ellos hace unos dos meses en su casa y el plan era ese. Es un tipo admirable. Yo le digo que, para él, el escenario es la placenta, él revive allí.
¿Tienes buena relación con él?
Buenísima desde hace muchos años. En el espectáculo cuento una anécdota sobre su trasplante de hígado y lo hago porque ya salió publicado en un libro de Luis del Val, si no, no lo haría. Natalia me dijo que si me atrevía a abrir la conversación, porque él no quería ni oír hablar de la operación. Así es que un día que fui a verle, porque vivimos cerca, le dije: "Piensa en serio que tienes que hacerte un trasplante". Él me dijo que el año que viene y yo le respondí: "No tienes un año".
"Soy afortunado porque tengo 77 años y no he estado nunca en un médico ni tomo ninguna pastillas", nos cuenta el humorista.
Foto: Luis Miguel González
Su 'no entendimiento' con Julio Iglesias
Otro es Julio Iglesias. ¿Tenéis mucho trato?
No, pero últimamente hemos hablado por teléfono. En un momento hubo un no entendimiento, porque una de sus novias estuvo conmigo y supongo que aquello le molestó. Le admiro y me parece extraordinario en su trabajo.
Se trataba de Vaitiare. Siempre se ha dicho que le quitaste la novia...
Yo no quité nada a nadie, porque las chicas decidís siempre. El hombre solo puede enseñar sus cartas y si ella las quiere, las coge.
Vale... se enamoró de ti.
Eso ocurrió más o menos. Tengo buena relación con ella. Ha pasado un cáncer, es una chica luchadora y encantadora. Recuerdo muy bien todas esas cosas, aunque no hable de ellas y celebro que a todas mis exparejas les vaya muy bien.
"Nunca he querido tener hijos"
¿Tienes relación con tus exnovias?
No, cuando terminan las historias, no soy de estar en ello. Algunas se han casado y han tenido hijos, algo que yo nunca quise porque, siendo una persona muy afortunada, sobre todo por mi salud, no volvería a nacer. Mientras esté aquí, tengo mil planes, pero no tener hijos. Lo decidí con nueve años.
¿Y cómo un niño con nueve años decide eso?
Era el día de mi comunión y en una plaza al lado de mi casa me vi vestido de marinerito reflejado en el agua del lago. Al levantar la vista, vi a unos hombres mayores, con sus bastones y boinas, sin hablar casi con nadie. Entonces me dije: "Esto acaba como ellos, no me gusta y no voy a invitar a nadie". Más adelante, empecé a pensar también en el decorado que es el mundo y la dictadura que supone vivir una vida programada. Si he podido, he ayudado a niños en condiciones especiales, pero no quiero generar vidas. Siempre he avisado desde el minuto uno y me han respetado.
"Estoy abierto a una buena compañía, pero lo que no quiero es inventármela. Me tengo prohibido hacer el ridículo", afirma Pedro Ruiz.
Foto: Luis Miguel González
Pues hubieras sido un buen padre...
Seguramente. Pero el camino que lleva el mundo no me gusta. Creo que no somos educados en el mejor, sino en el más. No comprendo las guerras y estamos abducidos por miles de pequeñas epidemias y dictaduras. Ahora, estamos en la dictadura digital, que me parece lo peor, porque el fin es tenernos controlados. Uso los medios digitales para publicitar mi trabajo, pero lo grabo con teléfonos de otra gente. El mío está limpio. No porque no quiera que me controlen, que lo harán, pero no quiero colaborar. No tengo grabado ningún teléfono, me los sé de memoria.
Su batalla contra lo digital
Pero hay muchas cosas positivas en esta era digital.
Sí, pero no me gusta estar enganchado a las máquinas. No tengo ningún chat. Nunca he sido de pandillas ni de tribus, aunque soy una persona accesible. Sin embargo, voy al cine cinco veces por semana, al teatro, a conferencias... porque una de las claves de estar vigente es ir a ver cosas que hacen otros para hacer zapping de mí.
Y tienes tu batalla particular contra las tarjetas de crédito.
La tarjeta es un delator de tu vida, igual que el teléfono inteligente. Lleváis un enemigo todo el día.
Siempre has destacado por tu crítica mordaz.
Los conceptos admiten todo tipo de crítica, sin querer imponértelo, porque tú y yo podemos pensar distinto, pero nos podemos comer una paella. Convencer a alguien primero es imposible y luego pesadísimo y yo practico hace tiempo ya un estilo de conducta que me viene muy bien, que es: quiero tener derecho a no tener razón.
¿El humor es tu forma de afrontar la vida?
Es la parte de escaparme de mi pesimismo, ya que soy un pesimista vitalista. Todas las cosas que puedas decir con humor son menos suicidas, aunque molestan igual.
Sus proyectos
Has dicho que quieres volver a la televisión.
Mi propósito es ese y también tengo preparada una película. Me paso la vida inventando para estar entretenido.
Y un libro que has escrito en 13 días...
Sí, 'Paren el mundo que me bajo', en el que hablo, en plan divertido, de todas estas pequeñas dictaduras que se apoderan de nuestro subconsciente.
"Aunque no hable de ellas, celebro que a todas mis exparejas les vaya muy bien", afirma el showman.
Foto: Luis Miguel González
¿Escribes todos los días?
Sí, poemas, todos los días y en este hotel en el que estamos hago uno en especial con mi amigo Alfredo García Escanciano. Él me dice el título que quiere y yo empiezo a escribir. El que me puso ayer fue 'El espesor de un ángulo'.
Residiste en este hotel dos años (1978-1980). ¿Cómo se vive en un hotel?
Muy bien. Tienes compañía por la noche, te pueden subir un café con leche, si se ensucia la toalla te traen otra... No tienes sensación de hogar, pero sí de compañía y, al tiempo, de libertad. Yo tengo una casa muy bonita, pero, al final, nos convertimos en Diógenes. En la mía, hay papeles, libros y guitarras para aburrir y estoy contento en ella, pero, la miro y digo: "¿Para qué tanto?".
El éxito, según Pedro Ruiz
¿En este medio siglo has cambiado mucho?
El paso del tiempo te hace aprender. Los focos en estas profesiones ciegan.
¿A ti te cegaron?
Creo que no mucho, aunque hubo momentos de torbellino. El éxito no es llenar el WiZink Center, sino que estés en paz con tu conciencia y que hagas lo que deseas sin ensuciar.
¿Y tú lo tienes?
Sí. Estoy bastante satisfecho porque tengo el alma limpia.
¿Cuál es tu secreto para mantenerte en plena forma?
Tener todos los días cosas que hacer. Hay que tener más planes que años. La salud proviene de la cabeza. El hombre más rico de mi edad pagaría por mi salud y no se la vendo.
En plena forma
¿Te cuidas mucho?
No fumo, no bebo, no me drogo, no discuto y no como mucho. Antes de venir aquí, he corrido, he hecho flexiones y me he tirado a la piscina. Cuando te tiras al agua helada, sales nuevo. Soy afortunado porque tengo 77 años y no he estado nunca en un médico ni tomo pastillas.
De la retirada ni hablamos...
Yo soy Mr. Next, siempre estoy en lo próximo. Quedarse sentado en una silla es criar telarañas en el cuerpo, y con la mente y el alma pasa igual.
¿Disfrutas de una soledad elegida?
Es congénita con mi forma de entender la vida. Pero no me gusta la soledad, no quiero estar solo. Si tuviera la oportunidad de tener pareja, la tendría sin vivir juntos. Estoy abierto a una buena compañía, pero lo que no quiero es inventármela y hay una cosa que me tengo prohibida: hacer el ridículo. Las mujeres sois infinitamente más listas que los hombres. Vosotras jugáis al ajedrez y el hombre al parchís. Lo digo porque he estado en muchos vestuarios de fútbol y las conversaciones de los hombres son patéticas. El hombre es primario y la mujer, binaria.