Karlos Arguiñano visita esta noche ‘El Hormiguero’ por decimocuarta vez pero en esta ocasión no lo hace solo, acude en compañía de su hijo Joseba. A sus 39 años, el hijo del mediático cocinero sigue los pasos de su progenitor y se ha convertido en una celebridad gastronómica: tiene miles de seguidores, sus recetas causan furor y se le agolpan las campañas publicitarias. Hoy profundizamos en sus facetas íntimas más desconocidas.
Se estrenó ante las cámaras siendo un adolescente
Joseba Arguiñano es mediano de los siete hijos del televisivo chef y el único hijo que parece querer sus pasos mediáticos y culinarios. Especializado en repostería y pastelería, como su tía Eva, la primera vez que apareció en pantalla tenía 14 años. “Hice una mayonesa para unos huevos rellenos, piqué perejil... ¡Qué experiencia!”, recuerda entre risas. Más de dos décadas después, es un habitual de la televisión autonómica de las vascongadas y también se asoma con frecuencia a Cocina abierta, el espacio que conduce Arguiñano todos los mediodías en Antena 3.
Joseba apareció por primera vez en el programa de su padre siendo un adolescente
En lo que respecta a su vida sentimental es muy hermético, pero sabemos que tiene pareja: es colombiana y responde al nombre de Natali Fuentes. Llegó a España gracias a una beca de la Universidad y se quedó a vivir en el País Vasco. Nunca han compartido públicamente cómo se conocieron, pero sí sabemos que Joseba la conquistó sabiendo lo que mejor se le da: cocinando. Se ganó su corazón después de hacerle unas memorables berenjenas rellenas. “Yo creo que con eso triunfas. Si le gusta la verdura, con una buena bechamel encima y todo gratinado en el horno. Con eso conquistas a todo el mundo”, dice orgulloso de este plato tan emblemático de la cocina española.
Tienen tres hijos, el menor de solo seis meses
Natali y Joseba son padres de dos niños que responden a los nombres de Manex, de diez años, Kaia, de 6 y Mikel que apenas tiene medio año. Fiel a su discreción no suele dar datos sobre los pequeños, pero sí cuenta que para las vacaciones la familia suele escoger León como destino turístico. Amantes de la belleza del interior de España disfrutad de actividades rurales como paseos por el campo y baños en pozas. También adora escaparse a las playas de la costa francesa, donde disruta del placer de dar largos paseos en plena naturaleza.
Apasionado de los deportes, Joseba practica surf desde joven, actividad que le ha llevado a viajar por el mundo. Ha disfrutado de las olas en costas tan remotas como las de Australia y Bali, aunque asegura que aún tiene una asignatura pendiente: visitar Hawái. El joven Arguiñano también disfruta pescando en su pequeño barco en Getaria, a pocos minutos de Zarautz, una afición que heredó de niño. Además, es amante de la pelota vasca, aunque con los años ha pasado de practicarla a ser espectador. Le gusta patinar, montar en skate y dar paseos por el monte.
Unos valores familiares muy arraigados
Autodefinido como un “disfrutón profesional”, Joseba prioriza el equilibrio entre el trabajo y la vida personal. Ha aprendido a delegar para dedicar tiempo a sus hobbies y su familia, evitando que el trabajo lo consuma. Valora las cosas simples, como compartir comida con amigos, y promueve una vida basada en la empatía, el perdón y la convivencia pacífica. Cuenta que su madre, Luisi, le inculcó la importancia de disfrutar de la vida y trabajar en equipo con la familia.
En su domicilio de Zarauz, en Guipúzcoa, los almuerzos dominicales en el caserío familiar son prácticamente religi��n y todo el clan se reúne alrededor de la mesa para compartir momentos inolvidables. Karlos suele encargarse de comprar mariscos o ingredientes frescos, mientras Joseba aporta panes o postres.
En sus entrevistas Joseba destaca que sus padres nunca le obligaron a seguir en el negocio familiar, pero el ambiente culinario le atrajó desde bien pequeño. Mientras su madre le enseñó a trabajar en equipo, aceptando las virtudes y defectos de cada uno, Karlos se encargó de transmitirle el valor de la materia prima y el esfuerzo.
Joseba reconoce que llevar el apelldio Arguiñano le ha facilitado el acceso a oportunidades educativas y profesionales, pero también siente la responsabilidad de estar a la altura del legado familiar. Sin embargo, insiste en que no siente presión, sino orgullo, y se enfoca en disfrutar del presente sin planificar demasiado el futuro.