El Rey Carlos III ha tardado dos meses en vender los caballos purasangre de su madre. Él no atesoraba esta misma pasión que, por otro lado, daba jugosos beneficios a la familia cada año

La reina Isabel II de Inglaterra no solo era una experimentada amazona, sino que guardaba una pasión especial por los caballos, preocupándose personalmente de que no les faltase de nada y entendiéndoles como parte importante de su rutina, pues los visitaba casi a diario. Una afición que heredó de su padre, el rey Jorge VI, pero que sus hijos no han atesorado, pues no han sentido el mismo impulso de acudir a carreras de caballo o pasar tiempo dándoles mimos. Es quizá por eso que el rey Carlos III haya decidido deshacerse de los mejores ejemplares que tenía su madre en los establos de palacio, tan solo dos meses después de su muerte.

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Foto: Gtres

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Poco o nada ha esperado Carlos III -que acaba de cumplir los 74 años- en poner a la venta los caballos de carreras de la reina Isabel II y es que dos meses después de su ausencia se conoce que ya ha logrado vender catorce ejemplares de competición. Una transacción por la que ha logrado embolsarse ya un millón de libras esterlinas, según han publicado desde ‘Daily Mail’. Pero eso son solo los que ha logrado sacar de los exclusivos establos de palacio para entregárselo a una gran fortuna que los valore como lo hacía Isabel II, porque lo más seguro es que en los próximos días y semanas se cierren más transacciones millonarias al respecto.

La reina Isabel II fue propietaria de su primer poni a la temprana edad de cuatro años y desde entonces en su establo personal siempre ha habido caballos y ponis bajo su cuidado y protección. Desde entonces, ha mantenido caballos de carreras valorados en millones de euros a los que destinaba no solo a competición, sino también al lucrativo negocio de la cría. Pero tras llegar su hijo al trono, se cierran los establos y sus caballos pasan a estar en manos ajenas. La prestigiosa casa de subastas Tattersalls ha realizado la venta en Newmarket y viendo el revuelo que esta decisión del nuevo rey ha ocasionado en la opinión pública británica, se ha visto en la obligación de dar una explicación: “No es nada fuera de lo común. Todos los años se vendían caballos. La reina tenía sus propias yeguas de cría, las criaba y las vendía. No podía quedárselas todas”, detallan desde la casa de subastas encargada de la venta.

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Foto: Gtres

Pero, según han querido subrayar desde ‘Daily Mail’, el número de los caballos que han vendido ahora resulta llamativo. La reina Isabel II tenía 37 ejemplares en el Royal Stud, su centro de cría en Sandringham, y ahora ya han salido 14 tras ser subastados y han entrado a las cuentas privadas del Rey Carlos III cerca de un millón de libras esterlinas. Este es precisamente el dinero que se estima que cuesta anualmente el cuidado de las cuadras, lo que no es sufragado por la propia Corona, dado que los caballos, al ganar muchas de sus competiciones y a través de la venta de las crías de purasangre, lograban incluso dar beneficios más allá de los gastos ocasionados.