La amistad entre la reina Sofía y el rey Harald de Noruega comenzó a mediados de los años cincuenta, en su adolescencia. Dicen que entre ellos existía una gran química, y que se pudo ver en distintas ocasiones en las que coincidieron. La primera vez fue cuando los reyes Pablo y Federica de Grecia visitaron Noruega en compañía de su hija Sofía. En el baile de gala que se dio en honor de los reyes griegos, Harald y Sofía formaron pareja y la prensa escandinava y noruega en general, dio por supuesto un posible noviazgo entre ambos. Lo que era mentira. Sofía tenía veintiún años y hasta entonces no había visto jamás al príncipe noruego.  

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La "Celestina" de Sofía y Harald: la reina Federica 

Después de ese primer encuentro, la joven reina Sofía cayó prendada de los encantos de Harald. La reina Federica, seguramente encantada por el posible noviazgo real, invitó a Harald a Corfú para que los jóvenes navegaran solos y juntos por aguas del Mediterráneo. Tampoco este encuentro dio el resultado esperado. Captaron imágenes de ambos paseando por la playa. Para entonces los rumores eran cada vez más fuertes, pero no terminaban de anunciar ningún noviazgo.
 

La reina Sofia, su hermana la princesa Irene y su madre la reina Federica

La reina Sofía, su hermana la princesa Irene y su madre la reina Federica en 1960

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El príncipe Harald de Noruega, el más deseado como yerno de la realeza europea

Un año después de este encuentro, Sofía y Harald volvieron a coincidir, en esta ocasión en Dinamarca, en el palacio Fredensborg. Allí se celebraba el llamado “Baile de Juventud”, organizado por las reinas Ingrid de Suecia y Federica de Grecia para los jóvenes príncipes europeos. El objetivo no era otro que pactar el matrimonio entre alguno de los jóvenes de la realeza y, muy especialmente, buscarle una esposa al príncipe Harald.

La reina Federica lo quería para su hija Sofía, la reina Ingrid de Dinamarca lo quería para su hija Margarita y la princesa Sibila de Suecia lo quería para su hija Desirée. La reina Sofía y Harald se vieron en este evento, y de él salió un noviazgo, pero no el suyo, sino el de Constantino y Ana María de Grecia.

El príncipe Harald en su despacho en Oslo

El príncipe Harald en su despacho en Oslo.

El príncipe Harald en su despacho en Oslo

Esta relación era del agrado de ambas familias, por una parte, la reina Federica de Grecia quería casar a su hija con un príncipe europeo y le parecía el perfecto candidato, y por su parte, los reyes de Noruega querían que el príncipe Harald se olvidara de Sonia Haraldsen.

El Rey Harald de Noruega

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Las "calabazas" de Harald a la reina Sofía

A partir de ese momento se sucedieron varios encuentros entre ambos, y tal como señaló doña Sofía a Pilar Urbano en su biografía oficial La Reina muy de cerca, “sé que hubo muchos intereses para casarnos, se provocaron encuentros, se hicieron cábalas… Pero el resultado de ese emparejamiento forzoso fue nulo”.

A Sofía de Grecia le gustaba el príncipe noruego. Tenía 20 años, era alto, rubio, con los ojos azules, deportista, todo un partido para las princesas europeas. Muchas de ellas veían al príncipe noruego atractivo y doña Sofía no fue la única princesa de la que se rumoreó una relación con Harald. Las princesas danesas y suecas también mostraban interés por el joven príncipe.

La reina Sofía, su hermana y su madre en Madrid

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En la boda de los duques de Kent, Harald y Sofía debían sentarse juntos, pero él se negó a ocupar su sitio. El príncipe noruego tenía una relación con Sonia Haraldsen, a la que había conocido en la adolescencia y con la que mantenía el contacto. Sonia era plebeya, hija de comerciantes, había estudiado diseño de moda y no era del agrado de los reyes de Noruega.

Por su parte, la novia de Harald le amenazó con cometer una locura si le veía sentado con doña Sofía. Eso no llegó a su suceder y su lugar en la boda fue ocupado por el príncipe Juan Carlos. El resto es historia: años más tarde contraerían matrimonio y Sofía se convertiría en Reina de España

Un príncipe enamorado y una escasa dote

Hay distintas versiones de los motivos por los que esta relación no prosperó. Por un lado, la revista francesa Point de Vue, señala que el rey Pablo I de Grecia solicitó una dote de 50 millones de francos al parlamento griego, pero finalmente solo le aprobaron la mitad, lo que no logró satisfacer al rey Olav, padre de Harald.

Otra versión apunta a que fue imposible llevar a término este noviazgo, porque el príncipe noruego estaba enamorado perdidamente de Sonia Haraldsen. Rechazó a doña Sofía en Mon Repos en agosto de 1960, y se enfrentó a su padre y a su país para poder casarse con Sonia. Su noviazgo duró nueve años y finalmente contrajeron matrimonio.

Los Reyes de España y los de Noruega en la visita de estado de estos últimos a Madrid

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La reina Sofía y el rey Harald han coincidido en distintas ocasiones: bodas, bautizos y celebraciones reales. Una de las más emotivas fue cuando don Juan Carlos y doña Sofía asistieron a la celebración del ochenta cumpleaños del rey Harald, en la que participaron durante varios días de festejos. Hoy en día ambas familias mantienen una excelente relación.