Durante los años 80, el rostro de Eva Nasarre era sinónimo de energía, salud y una nueva forma de entender la vida. Fue pionera del aeróbic televisivo en España y una auténtica celebridad que, a través de la pequeña pantalla, invitaba a todo el país a moverse al ritmo de sus rutinas de entrenamiento. Sin embargo, con el paso de los años experimentó en su vida un giro radical. Hoy, a sus 64 años, Eva Nasarre vive alejada de los platós y centrada en la lucha por los derechos de las personas con discapacidad y dependencia. Te contamos todos los detalles. 

 

Eva Nasarre dio el salto a la fama con tan solo 22 años gracias a 'Puesta a punto', un programa emitido por TVE que la convirtió en un icono del ejercicio físico en una época en la que el fitness apenas tenía presencia en las casas españolas. Su imagen moderna, sus coreografías en mallas y calentadores y su ganas por transmitir su estilo de vida desde el deporte, produjo una revolución para millones de espectadores que, cada mañana, seguían sus indicaciones desde casa.

Con 'Puesta a punto' y posteriormente 'En marcha', Eva Nasarre introdujo un nuevo perfil de mujer proactiva, autónoma y saludable, que rompía con los patrones tradicionales de la televisión de la época. Su éxito traspasó de la televisión, y comenzó a protagonizar portadas de revistas, campañas publicitarias y se convirtió en una rostro imprescindible para importantes marcas. Durante un tiempo, su nombre fue sinónimo de bienestar, y su popularidad no parecía tener límites. Sin embargo, aquella etapa no duró para siempre.

El cambio de vida de Eva Nasarre

Con el paso de los años, y tras finalizar su etapa al frente de programas de ejercicio físico, Eva Nasarre fue reduciendo su presencia en televisión. Su retirada no fue accidental. Respondía a un cambio de vida radical, a nuevas prioridades y a la necesidad de enfocar su energía hacia otros ámbitos. Primero se volcó en proyectos sociales, especialmente en Cataluña, y más tarde trasladó su vida a Madrid, instalándose en la localidad de Tres Cantos. Fue allí donde comenzó una nueva etapa en su vida, muy alejada del foco mediático, marcada por la intimidad y el compromiso con causas sociales. Un giro de 180 grados que vino acompañado por un diagnóstico médico que lo cambió todo.

Eva Nasarre

Imagen de Eva Nasarre, en 2004

Gtres

Un diagnóstico médico que marcó un antes y un después

En 1999, los médicos le diagnosticaron artritis reumatoide, una enfermedad crónica que afecta severamente a las articulaciones. Con el tiempo, los dolores avanzaron y obligó a Eva a utilizar silla de ruedas, transformando por completo su rutina y su día a día. Sin embargo, lo que para muchos podría haber sido un golpe demoledor, ella lo convirtió en una causa por la que luchar y alzar la voz. Lejos de resignarse, Eva Nasarre decidió hacer pública su situación y convertirse en altavoz de millones de personas que, como ella, conviven con enfermedades crónicas. Desde entonces, ha centrado sus esfuerzos en defender los derechos de las personas con discapacidad y en visibilizar la realidad de los pacientes dependientes en España.

Desde su nueva realidad, Eva Nasarre se ha implicado en numerosas plataformas ciudadanas y ha participado activamente en la defensa de la Ley de Dependencia. Ha alzado la voz en entrevistas, actos públicos y manifiestos, exigiendo una mayor implicación institucional y recursos adecuados para las personas que necesitan apoyo diario. En 2015, su labor fue reconocida con el Premio Ana Tutor, un galardón que premia a mujeres comprometidas y perseverantes. Pero su activismo no se limita a las declaraciones en charlas y entrevistas: desde su barrio en Tres Cantos, Eva lucha por cuestiones cotidianas que afectan directamente a su vida y la de muchos otros. Entre sus mayores reivindicaciones están la mejora del acceso a servicios médicos adaptados y la necesidad de plazas de aparcamiento accesibles. Para ella, la justicia social empieza en lo local, en las soluciones reales y comprometidas. 

El lado más íntimo de Eva Nasarre

La vida personal de Eva Nasarre también ha estado marcada por momentos difíciles. Tras su separación del periodista Chema Álvarez, con quien tuvo a su único hijo, Joan Marc, vivió un largo distanciamiento con él. Años de silencio y frialdad que comenzaron a deshacerse en 2012, cuando una intervención médica propició el reencuentro entre madre e hijo. Esa reconciliación familiar trajo consigo una nueva etapa emocional para Eva. El nacimiento de su nieto le devolvió parte de la paz que había perdido en los años más complicados. Desde entonces, la figura de la abuela ha cobrado un papel esencial en su vida, llenándola de nuevas ilusiones pese a las limitaciones físicas que la acompañan en su día a día.

Hoy, Eva Nasarre no busca revivir la fama que un día le dio la televisión ni ser un rostros constante en los medios de comunicación. Su imagen pública actual no está asociada al cuerpo fitness que encandiló a los espectadores en los años 80', sino a la voz de una mujer fuerte que representa a quienes necesitan ser escuchados.