La muerte del Papa Francisco a los 88 años el pasado Lunes de Pascua ha dejado un vacío inmenso, no solo en la Iglesia católica, sino entre sus fieles devotos y entre quienes solo eran seguidores del hombre de carne y hueso. Bergoglio fue una persona querida, al margen de la religión y la institución que representaba. Su capilla ardiente en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, es un ir y venir de gentes que quieren darle su último adiós.
En medio de los preparativos para su funeral multitudinario, al que acudirán numerosos jefes de Estado, entre ellos el Rey Felipe acompañado de la Reina Letizia, se ha publicado una entrevista póstuma. El Santo Padre pidió que su contenido no se revelara hasta su fallecimiento. En ella, habla sin dobleces sobre cuestiones de su intimidad, como que tuvo que pedir ayuda a una psiquiatra para resolver ciertos problemas complicados de gestionar.
Las confesiones más mundanas del Papa Francisco que ahora han visto la luz tras su muerte
En una entrevista realizada en 2018 a periodista Nelson Castro, el Papa Francisco relata sus ansiedades, temores y que durmió una de sus mejores siestas cuando supo que había sigo elegido para dirigir la Iglesia católica, tras la renuncia de su antecesor, Benedicto XVI.
"La primera elección es muy dispersa. Así que dormí fenómeno. Yo me di cuenta, yo salí elegido la segunda votación de la tarde, y me di cuenta de que algo pasaba después de las dos primeras de la mañana en el almuerzo. Porque algunos venían a hablar conmigo, me preguntaban cosas, pero dormí la siesta lo más bien. Rezaba el rosario tranquilo, una paz...", se le escucha hablar a Bergoglio en su 'argentino' natal. Porque, ante todo, fue argentino, hincha del San Lorenzo y un defensor nato de los derechos de los más pobres.
"Terminada la tercera votación de la tarde, donde ya era evidente que podía pasar, el que tenía al lado, que era el Cardenal Hummes, me dijo: no te preocupes, el Espíritu Santo actúa así. Y después ya apenas salí, aplaudían y siguió el escrutinio", añade el religioso con ese tono calmado, pero rotundo que le caracterizaba.
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El gran dolor de Bergoglio, el Papa que puso a los pobres en el centro de sus plegarias y compromiso
"¿Sueña, tiene pesadillas?", le pregunta Nelson a Francisco en otro momento de la entrevista póstuma. "No, a veces sueño cosas lindas, o recuerdos, pero no cosas que me torturen. No soy de soñar mucho, no toda la noche", respondió el Papa. "¿Qué lo aflige?", insiste el periodista, a lo que el Santo Padre no puede, sino, traer a colación la lucha que ha sido una de sus máximas durante sus 12 años de pontificado: los niños.
"El dolor ajeno. Pensemos en los chicos, ¿no? Los chicos que están muriendo de hambre. Y en países que podrían solucionar el problema. Chicos soldados. A mí el problema de los niños me toca mucho y el problema de los ancianos también, los ancianos abandonados", confesó el Papa Francisco, quien, cuando todavía era arzobispo de Buenos Aires, seguía cogiendo el subte para desplazarse. Un hombre cercano a las realidades que afligen el mundo...
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Las visitas del Papa Francisco a la psiquiatra cuando no pudo gestionar sus problemas
El Papa Francisco no rehusó ninguna pregunta durante su íntima conversación con el periodista Nelson Castro que se ha difundido en las últimas horas y que, en un primer momento, debió durar 20 minutos y se extendió hasta los 60. Entre las claves que aportó sobre su vida menos conocida, quizá la más llamativa y mundana tiene que ver con el hecho de que tuviera que pedir ayuda a una psiquiatra y recibir tratamiento cuando se vio superado por las circunstancias "en tiempo de la dictadura".
"Durante seis meses, cuando era provincial, que era un momento muy difícil porque estaba… Era el tiempo de la dictadura y todo el problema de rescatar gente, bueno, todo eso que ya se sabe porque es público. Llevar gente escondida y eso… Había cosas que no sabía manejar bien. Entonces fui a ver a una señora, una gran mujer. Era psiquiatra y me ayudaba con explicaciones, consejos, o sea, a hondazo limpio me ubicaba. Fueron seis meses que fueron muy muy… Me ayudó muchísimo. La doctora Rubel. Una gran mujer", se sinceró Bergoglio con total transparencia y naturalidad.
También sufrió ansiedad, porque Francisco, ante todo, era un hombre. Reconoció que la tenía "domada", pero no dudó en advertir de las consecuencias de dejarse llevar por esta sensación tan de nuestro tiempo que nos nivela a todos. "Es peligrosísimo dejarse llevar por la ansiedad, o cuando viene el espíritu de la tristeza, porque no puede resolver un problema, o porque se le murió alguien querido. Hay que saber frenar", compartió para el mundo el Papa Francisco, que ahora está en el paraíso prometido del Padre.