Todo parece indicar que esos años felices que la Familia Real Británica nos vendió durante un tiempo en realidad no eran tan dichosos.

La historia de amor del Príncipe Heredero y la inocente joven Diana Spencer –envuelta en un maravilloso papel de celofán con los colores azul y rojo que conforman la Union Jack, la bandera del Reino Unido– siempre tuvo una trastienda que, durante años, se intentó cerrar a cal y canto para que esa puerta nunca se abriese.

Es cierto que la realeza tiene en sus bases éticas –y estéticas– el principio de no mostrar los sentimientos. Pero no es menos cierto que hablamos de una Familia Real que descubrió, antes que ninguna otra, que sí debían enseñar parte de su intimidad para seguir siendo queridos por su pueblo.

Descubrieron la valiosísima fórmula que demostraba que ser cercanos ganaba fieles. Por eso, lo que había que transmitir era la imagen de un matrimonio modelo que asegurase la continuidad de la dinastía, y evitase un escándalo como el que se había producido con Eduardo VIII y Wallis Simpson. La Reina Madre fue la primera en abanderar esta causa. Los ‘sentimientos reales’ no tenían por qué coincidir con los ‘intereses Reales’. Porque sí, esa trastienda que había que mantener cerrada volvía a tener nombre de mujer. Y de una mujer casada.

Diana de Gales

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Ese nombre hoy es de sobra conocido, pero en esos años eran muy pocos los que sabían de su existencia. Y esos pocos eran fieles guardianes del Heredero, que hacían lo imposible para evitar que ese nombre –que no es otro que el de Camilla Parker-Bowles– ocupase las portadas de los periódicos británicos y, por extensión, de todo el planeta.

Por ello, ese papel de celofán, rojo y azul, lo que envolvía era una historia de amor de un Heredero al Trono británico que había encontrado la felicidad en una muchacha que cumplía todos los requisitos para ser perfecta.

Eso es lo que transmitían las fotos y las imágenes que llenaron páginas de periódicos y revistas, así como horas y horas de televisión, desde que trascendió el compromiso. Hoy, viendo esas mismas fotos, podemos hacer con ellas una segunda lectura que entonces era impensable.

La tristeza de diana

Independientemente de lo que ocurriese en palacio de puertas para dentro, lo que sí está claro ahora es que en la mirada de Diana, más que timidez, lo que traslucía es tristeza. Al menos si la analizamos hoy con toda la información sobre la mesa.

En The Crown se narran situaciones terribles que los Windsor ya se han encargado de dejar claro (de manera oficiosa) que no se corresponden con la realidad. Es una serie de ficción, y por ello también es lógico que se hayan tomado licencias de guion. Pero la leyenda de Diana es alargada, y son muchos los que aseguran que esos años, supuestamente felices, estaban llenos de desencanto desde el mismo día de la boda.

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