Pese a ser aristócrata y perteneciente a una de las familias más destacadas del panorama nacional, Tamara Falcó no ha tenido reparo en hablar de algunos aspectos de su vida públicamente. De hecho, admitió haber sido engañada por Íñigo Onieva meses antes de su boda, y poco después, haber perdonado esta infidelidad para dar continuidad a una historia de amor que, al menos de momento, va viento en popa. Pero antes de eso, la hija de Isabel Preysler hizo frente a algunos momentos sumamente complicados en su vida como la pandemia, en la que llegó a engordar nada más y nada menos que 20 kilos.
Tamara Falcón disfrutando del verano.
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Tamara Falcó se sincera sobre el momento en el que tocó fondo: "Me pasaba el día en casa metida. Solo comía filetes y tortilla de patatas"
A través de ‘El Hormiguero’, Tamara Falcó comentó que la irrupción del covid-19 fue clave en el empeoramiento en su estado de salud: “Me eché encima casi 20 kilos. Mi madre me decía que sonreía y no me veían los ojos”. Y es que, las complicaciones derivadas del confinamiento por la pandemia, sumadas al fallecimiento de su cuñado, Jaime Carvajal, y su recién estrenado título nobiliario como marquesa de Griñon, también hicieron mella en sus emociones: “Me pasaba el día en casa metida. Solo comía filetes y tortilla de patatas”, recordaba, dejando entrever un problema que afecta a muchas personas tanto dentro, como fuera de nuestras fronteras. Este no es otro que el de la alimentación compulsiva cuando experimentan sentimientos como la ansiedad, refugiándose en algunas comidas que, en exceso, pueden ser peligrosas.
Consciente del problema al que estaba enfrentándose, la marquesa de Griñón dio un golpe en la mesa y acudió a los profesionales pertinentes, con el objetivo de volver a tener ganas de moverse y de retomar su rutina habitual: “Tenía mucho estrés, y conseguí sobrellevarlo. Después, mis dietas, el deporte y visitas a la clínica fueron la clave”, aseguró. Por suerte, Tamara pudo anteponerse a las circunstancias y hacer que esto solo fuera un pequeño bache en su vida sin mayor importancia.
Tamara Falcó acompañada de su marido en la pasada edición de ARCO.
Gtres
Con ayuda de distintos profesionales, la marquesa pudo salir del bucle y recuperar su figura y sus ganas de vivir: “Hay que encontrar lo que te funciona”, dijo en el programa de las noches de Antena 3. Y es que, si algo tiene claro ahora la protagonista, es que el bienestar empieza en el interior y acaba en el físico. Y si la primera de ellas no va bien, tampoco lo va a hacer la última.
Con el paso de los años, el fin de la pandemia y la vuelta a la rutina, Tamara ha conseguido encontrar la paz que tanto ansió años anteriores, y esta ha venido dada de la mano de su matrimonio con Íñigo Onieva. Pese a que el comienzo del camino al altar fue lo más parecido a una montaña rusa de emociones para la hija de Isabel Preysler, por fin pudo darse el ‘sí, quiero’ con su chico y poner el broche de oro a su accidentada historia de amor. Desde ese momento -que tuvo lugar hace casi dos años-, no han dejado de viajar hasta los rincones más sorprendentes del planeta con un deseo en mente: el de convertirse en padres. Una tarea en absoluto sencilla, sobre todo, teniendo en cuenta que la marquesa tiene ya 43 años, y por ende, sus posibilidades de ser madre se van reduciendo por momentos.
La hija de Isabel Preysler toma una importante decisión que afecta directamente a su idea de ser madre
Pese a haberse sumergido en un tratamiento de fertilidad hace dos años, Tamara ha admitido en una entrevista con ‘InStyle’ que ha optado poralejarse de ese proceso, pues le estaba afectando especialmente a nivel anímico: “Quiero ser madre, pero no es algo que vaya a condicionar mi felicidad (…) Me estaba afectando. Íñigo lo lleva mucho mejor, mientras para mí era como una espada de Damocles. He decidido darme un descanso”, exponía hace apenas unos días.
De esta manera, la hija de Isabel Preysler se alejaba, en cierto modo, de su idea de formar una familia de ensueño junto a Íñigo Onieva, aunque su anhelo siga rondando en su mente: “No descarto nada porque, si Dios quiere, siempre está la forma natural, pero no es algo que vaya a definir mi felicidad como persona. La maternidad es una bendición y soy muy niñera, pero puedo sentirme realizada en la vida sin ser madre”, confirmaba. Esto significa que, por ahora, la marquesa de Griñón ha puesto tierra de por medio con los procesos químicos para acogerse a la idea de ser madre de la manera más natural. Un proceso que está más bien ligado al azar, aunque Tamara asegura que, sea como fuere, no entorpecerá su matrimonio junto a Onieva.