Santi Rodríguez nos ha conquistado durante este encuentro gracias a su gran corazón y sentido del humor. El recordado frutero de 7 vidas, casado desde hace más de 20 años con Vicky y padre de dos hijas, ha reflexionado con nosotros sobre los dos momentos en los que estuvo a punto de perder la vida.

Nos habla de lo importante que es ser buena persona y nos presenta Espíritu, su obra de teatro que estrena nueva temporada en Madrid. Nos recibe en su casa, nos abraza como a un amigo de toda la vida y se abre con nosotros hasta el punto de soltar una lagrimilla. “Soy muy llorón”, nos dice con una sonrisa, pero, lo cierto ,es que sentarte y escuchar a actores como Santi hace que todo valga la pena.

Gracias por recibirnos en tu casa.

Para mí salir en SEMANA es jugar en primera división, así que encantado de charlar contigo.

¿Te gusta mucho estar en casa?

Muchísimo. Con el ritmo que llevo echo en falta la casita. ¿Y sabes lo que más me gusta? Planchar.

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¿En serio?

Y lo que más me gusta planchar es una falda con tablas. A mí me encanta la satisfacción de ver las tablas perfectamente planchadas una detrás de otra, terminar a la media hora de haber planchado 25 tablas. Pero que ves la falda y te dices a ti mismo: “está impecable”.

¿Y la cocina?

Me gustan mucho preparar platos de cuchara. También se me da muy bien el gazpacho y el salmorejo. Por cierto, que estás hablando con el presidente de la Academia del Gazpacho Andaluz.

Santi Rodriguez

Durante un viaje a Costa Rica el actor sufrió un trombo que derivó en un infarto que casi le cuesta la vida.

¿Qué dices?

Sí. Soy presidente de honor.

Tu mujer Vicky, tiene que estar feliz.

Llevo más de 20 años con mi mujer y con ella tengo a los grandes tesoros de mi vida, mis hijas, Victoria (20) y Susana (18). Ella son mi fuerza y mi principal motivo para regresar a casa después de los continuos bolos y rodajes.

¿Cuál es el secreto para esa energía tan radiante que tienes después de tantos años?

No es producto mío, es haber tenido la suerte de tener una familia que me ha educado para ser una buena persona. Tú no puedes ir por la vida creyéndote más que nadie. Tú no tienes la razón sobre nadie y tú no eres autosuficiente ni imprescindible. Vivimos dependiendo de los demás y no somos conscientes de eso. La fama no te hace idiota, demuestra que ya lo eras.

¿Podemos decir entonces que tu familia ha sido la razón de que en épocas cómo la de ‘7 vidas’ no se te fuera la cabeza a ninguna parte?

Sin duda. Yo tengo la suerte de haber tenido una abuela bendita que me enseñó fundamentalmente a respetar a la gente y ser agradecido con ellos.

¿Cómo llevaste esa fama mediática?

Yo tenía muy presente que esto era como un globo de helio y que ese globo tenía un hilo que llevaba el nombre de mi mujer, mis niñas y mi madre sujetándome. Que con 7 vidas teníamos capítulos de 8 millones de personas viéndote. No es como ahora. Yo podía haber terminado hecho un desgraciado creyéndome algo que no es real. Porque la fama es una cosa, es luz de gas, y la familia tiene un punto de referencia, unas raíces donde tú sepas que tienes que volver, y esa cosas te da un poco de tranquilidad.

Además de ser un actor de raza, también estás muy implicado con la gente con Síndrome de Down.

Llevo más de 15 años siendo embajador de síndrome de Down. Organizo un festival todos los años para ello y yo cuando oigo la palabra este chico tiene una discapacidad, pienso, ¿y quien no tiene? Porque yo pinto como el culo. El deporte se me da fatal. Todos tenemos discapacidad, pero si viéramos la vida y el mundo funcionara con sus punto de vistas, donde no hay espacio para el rencor y la envidia, la vida sería bastantante distinta.

Eres consciente de que eres uno de los actores más queridos de nuestra pequeña pantalla.

Hace como siete años que no hago televisión, pero, es que yo voy por la calle y la gente me quiere. Yo entiendo las personas que no pueden con las multitudes pero yo lo primero que hago cuando termino la función es salir echando leches a la puerta del teatro. ¿Por qué? Porque le tienes que dar la gracias a las personas.

Santi Rodríguez

El actor está casado desde hace más de 20 años con su mujer Vicky y es padre de nos hija, Victoria y Susana.

Uno de los momentos más difícil que tuviste que superar fue un infarto que casi te cuesta la vida.

Gracias a mi abuela, y te la vuelvo a nombrar, aprendí a que en la vida todo tiene un porqué y en la vida todo tiene un lado bueno. A mí eso me pasó en Costa Rica y me vine de Costa Rica con el trombo en el bazo hasta España, sin saber lo que tenía, me podía haber quedado en el avión. Tengo el ángel de la guarda, al que tengo agotado porque no para de echarme una mano.

¿Cómo recuerdas aquellos momentos?

Los médicos decían que no parecía que hubiera un enfermo porque cada vez que entraban estábamos todos de risa. Yo con mi camisón, con mi culo al aire... El infarto que yo tuve fue de bazo, que es la arteria esplénica. Yo no sabía que se podía tener un infarto de bazo, bueno, es que yo no sabía que tenía bazo. Cuando la enfermera vino a contarme lo que me pasaba, yo le entendí que, en vez de esplénico, había tenido un infarto espléndido.

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¿Y qué le respondiste?

Que lo había hecho lo mejor que había podido (risas).

Me encanta que te tomes la vida con sentido del humor.

Después del infarto, tuve otro episodio con un virus dichoso, una mononucleosis, y como el bazo se me quedó tocado (que es el encargado de la defensa) pues me bajó la tensión de tal manera que hice medio viaje. O sea, yo me vi a mí desde arriba con el Samur y me veía a mí mismo cómo me iba de aquí. Esas cosas te dan mucho que pensar. Después de todo quise contar mi historia en clave de humor.

Una obra en la que está presente la muerte y el humor.

Sí. También se habla de lo duro que es perder a alguien durante la pandemia como fue la muerte de mi padre. No me pude despedir. Se te queda el agujerito ahí en el alma. Y entonces dije que la próxima obra de teatro que hiciera tenía que ser en clave de humor. No te puedes imaginar lo bonito que es, cómo la gente se ríe y también se emociona.

¿Cómo recuerdas a tu padre?

Era una persona que por encima de todo no podía soportar la injusticia. Él me ha enseñado a ser una persona honrada, una persona humilde, sin soberbia, a no creerme más que nadie y sobre todo a ser muy ecuánime.