En un mundo donde todas acaban con la misma cara (que se lo digan a Cher y a Nacha Guevara, que parecen separadas al nacer), Karmele Marchante, que es obvio que su cara actual no es fruto exclusivamente de naturaleza, es un renglón suelto, un verso perdido, va a su bola. Y eso no se lo pueden negar ni sus detractores. Los estilistas estándar que pululan por ahí no consiguieron quitarle su personalidad.

A algunos les parecerá una espantaja (de todo hay), pero a mí me parece una 'avant garde'. Karmele es más que un busto parlante y en 'Sálvame' su presencia daba un toque de originalidad y de distinción (no estoy siendo irónico) que otras colaboradoras no dan. Cada quien que saque sus conclusiones. Se la quitaron de en medio, ellos sabrán el motivo, pero de justicia sería que volviera. Ahora que ya no sé si a ella le apetece o no volver a esta historia.

Darse un paseo por el Twitter de Karmele sirve para adentrarse en el cerebro de una mujer que, con su ímpetu, podría haber sido perfectamente una sufragista, una Flora Tristán, una Pasionaria... Porque la ex-colaboradora de 'Sálvame' no para de pronunciarse sobre cuestiones políticas saltándose la corrección para lanzar no dardos sino cañonazos sobre esos políticos o instituciones que no están haciendo lo que ella considera justo.

Karmele Marchante

Ya digo que Karmele no opina de cuestiones televisivas, de sus ex-compañeros, de la vida rosa en general. Ella ya está a otra. Y quizás Karmele siempre fue así y nosotros no fuimos capaces de ver el bosque en los árboles que se plantaba en la cabeza. La periodista no se ha amilanado y en tiempos de opiniones mitigadas, de eufemismos, de palabras dichas a medias por miedo de pisar un avispero, ella se pronuncia.

Solo por eso, y por todos los buenos ratitos que nos ha hecho pasar, yo la aplaudo. En cuanto a sus opiones, las comparta o no, me gusta que sea libre. Como con su pelo, sus complementos, sus vestidos, sus medias. La vida al final es una metáfora. Y Karmele Marchante es una metáfora de sí misma.