Antes de nada, aclarar que el término "tradwife" quiere decir "esposa tradicional". Un concepto de nueva generación que mira a nuestras abuelas y se refiere a las mujeres de nuestros días que adoptan un estilo de vida asumiendo roles de género a la antigua usanza. ¿Qué tiene esto que ver con Charlène de Mónaco? Pues bien, vamos a explicarnos.
Charlène de Mónaco luce un estilo más clásico.
Palais Princier.
En el último año hemos percibido un cambio radical en la esposa del príncipe Alberto. De una cierta actitud de rebeldía silenciosa en el pasado a una dulzura robótica que recuerda a la película "Las mujeres perfectas" (2004). Apenas mueve un músculo de la cara y nada se sale de su sitio. Está irreconocible.
Donde antes hubo un radical pelo rapado y tintes de color platino, ahora encontramos una media melenita rubia recogida en discretos moños. Donde brillaban los labios pintados de rojo ahora solo hallamos rosa nude. De las cazadoras de cuero y las botas a los vestiditos midi de flores y las bailarinas planas. Es la consorte y la madre ideal para sus dos hijos, Jacques y Gabriella.
La princesa Charlène ejerce de perfecta consorte y madre de familia.
Palais Princier.
El cambio de estilo también se ha traducido en una actitud corporal más recatada, hasta modosita. No parece casual.
Entonces, ¿cómo encaja la exnadadora sudafricana en este nuevo estereotipo que parece haber forjado? ¿Por qué este giro?
Charlène, acusada por el excontable del príncipe Alberto
Se produce cuando vuelven a resurgir las noticias por los supuestos desmanes económicos sucedidos en el Principado. Hace dos años, el que fuera contable y mano derecha de Alberto, Claude Palmero, fue despedido del cargo por presunta malversación de fondos.
Sin embargo, este se defendió alegando que no era un ladrón y presentó pruebas al diario francés Le Monde de las supuestas cuentas opacas del pequeño Estado de la Costa Azul. Además, apuntaba duramente al despilfarro de la consorte.
Alberto y Charlène de Mónaco, un matrimonio siempre bajo sospecha.
Gtres
Según este hombre, Charlène habría gastado 15 millones de euros en solo ocho años. ¿En qué?: reformas lujosas en su residencia veraniega de Calvi (Córcega) y nuevo mobiliario para la de Roc Agel (el gran refugio de la princesa por delante del palacio Grimaldi en Montecarlo); contratación desmedida de personal, carísimo guardarropa y hasta sospechosas entregas de dinero en efectivo...
Todo esto lo publicó en exclusiva y con todo lujo de detalles el periódico Le Monde. Estos días la prensa gala ha vuelto a la carga retomando lo que califica como el "Mónacogate".
Aunque el soberano ya negó en su momento la veracidad de esas informaciones, lo cierto es que el informe de investigación arrojaba muchas dudas sobre su gestión.
Charlène de Mónaco y Brigitte Macron, estilos opuestos.
Palais Princier.
Seguramente en todo esto tiene mucho que ver la reciente visita de Estado que el presidente Macron y su esposa han realizado al Principado. Un par de días en los que Alberto y Charlène se han deshecho en atenciones con sus poderosos vecinos y la princesa ha mantenido una intensa agenda de actos acompañando a la primera dama.
Contrastaba la imagen de ambas: Brigitte Macron, de 72 años, lucía modernos trajes de pantalón y deportivas, mientras que Charlène, de 47, optaba por clásicos vestidos.
La princesa Charlène, transformada en 'ama de casa' a la antigua usanza
Volviendo a las 'tradwife'... Estas son mujeres que se dedican sobre todo al hogar, a la crianza de los hijos y a las tareas domésticas, mientras el hombre trabaja fuera de casa y provee a la familia con su sueldo. Es un movimiento controvertido, pero que no deja de crecer en las redes sociales, donde curiosamente se presenta como un paradigma deseable para muchas jóvenes de la actualidad.
Alberto y Charlène no son muy cariñosos en público.
Gtres
Aunque no veamos exactamente a Charlène cocinando, limpiando y cuidando a los niños, la princesa sí ha pasado a representar una versión idealizada del concepto de ama de casa y madre de familia. Desde luego, es dependiente económicamente de su esposo.
La sospecha de que el suyo es un matrimonio 'de conveniencia' les sobrevuela prácticamente desde su boda, celebrada en 2011. Alberto es 20 años mayor que ella.
La Princesa Charlène, algo taciturna, con su marido el príncipe Alberto y sus hijos, Jacques y Gabriella, celebrando la Fiesta Nacional.
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Alberto y Charlène han negado en múltiples ocasiones cualquier crisis sentimental y hasta desmintieron un inminente divorcio, pero la verdad es que la pareja tampoco ayuda con sus fríos gestos en público.
Ese dinero bajo cuerda del que habla Claude Palmero estaría destinado a sellar un hipotético acuerdo de mínimos del matrimonio. Representar, pero sin convivir.
Las claves del nuevo estilo de Charlène de Mónaco
Y así hemos llegado hasta una 'nueva' Charlène. Modosita, sin estridencias, todo suave y equilibrado. Ha aparcado la originalidad y la vanguardia en favor de looks que no llaman demasiado la atención. Agradables, pero sin más. Perfectos para quedar en un segundo plano tras su esposo. Charlène ha decidido mantener un perfil más discreto para afrontar los tiempos turbulentos.
Charlène de Mónaco, con un bonito vestido de flores.
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La princesa Charlène prefiere no dar mucho de qué hablar, sonríe con la boca cerrada, elevando ligeramente las comisuras de los labios, y su rostro es como una máscara permanentemente dulce.
Un gesto que adorna vistiendo con colores neutros, pastel, blanco o negro. Sus vestidos suelen ser de largo midi, elegantes y nada problemáticos. Formas tranquilas y sin escotes. Poco ajustadas, sueltecitas. Estampados de florecitas, vegetales… y poco más. El calzado es plano, sobre todo bailarinas, que permiten que no supere la altura de su esposo.
La princesa Charlène ejerce de primera dama del Principado.
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Joyas, pocas y discretas. Los pendientes de perlas casi ni se los quita. O trajes sastre de corte limpio, en colores claros, lisos y con camisas abotonadas hasta el cuello, un poco monásticos.
Hay que recordar que según la plataforma Ufo No More, que analiza el estilo de las 'royals', Charlène de Mónaco siempre figura en el puesto número 1 como la que más dinero gasta en vestuario.
Charlène de Mónaco se rapó media cabeza en 2020.
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Charlène ha dicho adiós al pelo corto y se ha olvidado de aquel rapado punk con el que nos sorprendió en la pandemia. Ahora lleva media melena rubia y sencillos recogidos con un mechoncito ondulado suelto como única concesión.
Qué fue de aquel pelo ultracorto y platino, de sus uñas pintadas de negro… En 2023 llevó mechas y luego se tiñó de morena.
El maquillaje también ha evolucionado hacia un efecto de 'no makeup'. Tonos rosados y rostro impoluto.
Charlène de Mónaco, con su nuevo maquillaje natural.
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Para el príncipe Alberto su madre, Grace Kelly, era un modelo a aspirar y a seguir. Ya se comentó en su momento que el príncipe había tratado de buscar como esposa a alguien muy parecido a la recordada princesa.
Charlène comenzó nadando en piscinas olímpicas, pero con los años aquella joven atlética y natural ha ido transformándose cual cisne y gracias a la ayuda de múltiples retoques estéticos(nariz, pómulos, rellenos faciales, bótox, carillas dentales…) hasta alcanzar un ideal. Ahora se nos plantea la duda de si ese ideal era suyo propio o uno instigado por su esposo.
Charlène de Mónaco posa con su marido durante su reencuentro en Sudáfrica, cuando la princesa estaba convaleciente.
Redes sociales.
Grace era la imagen de la perfección en las formas. Ahora Charlène nos la recuerda cuando entrelaza sus manos por delante mientras escucha hablar a su esposo sin poner un "pero".
La última metamorfosis de Charlène de Mónaco
Todos sabemos que la princesa pasó un infierno coincidiendo con la pandemia debido a varios problemas de salud y una depresión nunca reconocida oficialmente.
Charlène de Mónaco, la primera dama perfecta.
Gtres
Tras su vuelta a la vida oficial del Principado, después de un secreto periodo de recuperación en Suiza, al fin se ha completado esta última metamorfosis. Otro asunto será cuánto tiempo será capaz de sostener esta ficción en el tiempo.
Charlène ha perdido algo de atrevimiento, pero en este proceso de 'normalización' y de apuesta por lo tradicional, quizás gane tiempo y sosiego.