No le gusta ejercer de duquesa, aunque el ducado de Montoro es una distinción que recibió su familia en el siglo XVII, pero Eugenia Martínez de Irujo reconoce que ha sido un lujazo criarse entre obras de arte y un entorno lleno de oportunidades: «Nunca he utilizado mi título porque me muero de vergüenza y porque, además, hoy en día, no sirve para nada».
Eugenia reconoce que la comida y lo que le rodea es uno de sus grandes placeres y tiene muy claras su preferencias: «Me apasiona la comida, pero, por otro lado, me cuido mucho. Me identifico con la comida de toda la vida. En fin, que no soy nada, nada, ¡pero nada!, y lo siento muchísimo, de las Estrellas Michelin. ¡Es que no puedo soportarlo! Los zumitos, ni las chorraditas. Que me perdonen. Lo sé, estoy siendo muy poco políticamente correcta, pero soy de la comida de toda la vida, me encanta el plato suculento y los restaurantes de siempre. Y nada los restaurantes de moda en los que te encuentras con todo el mundo. Me gustan los sitios donde me sienta cómoda y no me vaya a encontrar con todo Madrid. Soy cien por cien de tasca».
Otra de sus aficiones es recibir en casa: «Me gusta hacer cenas para unos pocos amigos, seis o siete. Muchas veces cocino yo y me encanta cuidar los detalles, la vajillas, las servilletas, las flores... Soy muy perfeccionista».
Habló de todo ello y de su otra gran pasión, los animales, en la entrevista que ha concedido a la revista Shangay, así como de la necesidad de que la nobleza acepte el mundo gay: «Lo raro es que no se acepte con normalidad. Es muy retrógrado. Me parece antediluviano», ha dicho Eugenia Martínez de Irujo, una duquesa atípica y valiente. 

La nobleza y los gays

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Eugenia Martínez de Irujo está encantada de hablar para la revista Shangay, donde dejó claro sus puntos de vista sobre muchas cuestiones, como el tema de la homosexualidad: "¡Que cada uno haga lo que quiera! Hoy en día, lo raro es que no se acepte con esta normalidad. Es muy retrógrado. Me parecería antediluviano. Es que me muevo muy poco entre la nobleza. No creas que puedo opinar mucho sobre cómo se aceptan estas leyes. Lo que espero es que sea un mundo que se vaya adaptando, porque ya te digo que si no es así me parece como de tener las cabezas muy cerradas. Y en el sentido legal, pues asiste el derecho".

Una etapa feliz

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Eugenia Martínez de Irujo, que cumplió 49 años el pasado 26 de noviembre, es una duquesa atípica, pero no reniega de sus orígenes y reconoce que ha sido una privilegiada por criarse entre obras de Velázquez o Goya: "Eso sí que es un lujazo. Ahí sí que tengo que decir que soy una privilegiada, porque eso es una maravilla. Me he criado en un entorno lleno de oportunidades y de obras de arte. Y no todo el mundo tiene ese privilegio. Aunque de pequeño no eres muy consciente, luego vas creciendo y ves lo que tienes alrededor… y es muy impactante. A quien le guste el arte..."

Entre Madrid y Sevilla

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Aunque nació en madrid, está muy vinculada a Sevilla, al igual que lo estaba su madre, la duquesa de Alba, de quien también ha heredado su fuerza para vivir la vida como quiere y decir lo que quiere: "Es que solo se vive una vez. Y mientras no se haga daño a nadie, ¿pues por qué no lo voy a hacer? Suelo hacer lo que siento. Y tampoco hago nada malo, ¿eh?”.

Más de tasca que de estrellas Michelín

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En su entrevista a la revista Shangay, Eugenia habla mucho de gastronomía, una de sus pasiones: "Soy cien por cien de tasca. No me gustan los zumitos, ni las chorraditas. Que me perdonen. Lo sé, estoy siendo muy poco políticamente correcta, pero soy de la comida de toda la vida, me encanta el plato suculento [carcajada] y los restaurantes de siempre. Y nada los restaurantes de moda en los que te encuentras con todo el mundo. Si voy a alguno es porque hemos quedado ahí y no me queda más remedio. Ciao, por ejemplo, el italiano que cerraron, era como mi segunda casa. Se comía de cine y no era nada pretencioso. Me gustan los sitios donde me sienta cómoda y no me vaya a encontrar con ‘todo Madrid’, que me da muchísima pereza”.

Duquesa de Montoro

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Tiene el título de duquesa de Montoro, pero no le gusta utilizarlo, para gran disgusto de su madre: "Muchas veces tenemos prejuicios por eso, por haber nacido, como en mi caso, en la Casa de Alba. Pero es que yo me siento una persona completamente normal. Nunca he utilizado mi título porque, además, creo que hoy en día no sirve para nada: era un privilegio que te daban en otras épocas pero, hoy en día, ya me dirás… Nunca en mi vida me he presentado a nadie así. Incluso en mi casa, siempre me he negado a que me dijeran señora duquesa, ¡siempre! Mi madre eso lo llevaba fatal, porque como era de otra época… Y además tenía otra responsabilidad. Siempre me amenazaba con quitármelo. Y yo le decía pues quítamelo’ [más risas]. Lo llevo por sentimiento y agradecimiento hacia ella, porque era su preferido, y no lo rechazo en absoluto, pues sería hacerle un feo horroroso. Pero utilizarlo, jamás. Todos mis hermanos lo hacen y yo no. Pero no lo hago porque no me sale, no me veo. No va conmigo. Y cuando me llaman duquesa, me muero de vergüenza. ¡Mi madre se mosqueaba mucho! Pero es que siempre he sido incapaz, y seguiré así hasta que me muera. Siempre soy La Martínez".

De nuevo, enamorada, feliz y casada

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Eugenia Martínez de Irujo se casó en Las Vegas el pasado 21 de noviembre con el empresario musical Narcís Rebollo, tras pocos meses de noviazgo. La duquesa de Montoro ya estuvo casada con el torero Francisco Rivera, con quien tiene a su única hija, Tana, que acaba de cumplir 18 años.

Muy unida a su madre

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Eugenia es la única chica de los seis hijos de la duquesa de Alba y además la más pequeña, por lo que siempre estuvo muy unida a su madre, de quien ha heredado gran parte de su carácter rebelde y divertido.