La Sala de las Estrellas del Sporting Club de Montecarlo desplegó la alfombra roja para acoger la gala de los premios Laureus, que congrega a lo mejor del deporte mundial. Aunque sea una cita deportiva, en ella no se encuentran precisamente zapatillas y chándals, sino todo lo contrario. Es todo glamour.
Al celebrarse en la capital del Principado no podían faltar Alberto y Charlene, el toque royal que elevó aún más si cabe el tono. La pareja presidió la gala y ejerció de magnífica anfitriona en una noche donde la Princesa brilló más que nunca.
Charlene no se deja ver demasiado en actos públicos, más allá de las ocasiones obligadas, como el Baile de la Rosa y la fiesta de Santa Devota. Pero esta vez reapareció con mucha fuerza, pisando fuerte y de rojo, el color por definición con el que nadie pasa inadvertido. Quizás lo escogió por coincidir justo con el 14 de febrero, Día de San Valentín. Y es que el rojo y los corazones son el símbolo de Cupido.
Charle y Alberto se casaron en 2011 y son padres de dos hijos, los mellizos Jacques y Gabriella. Este evento debió de ser una excelente manera de celebrar a lo grande el Día de los Enamorados.
Charlene de Mónaco eligió un vestido de Carolina Herrera con un pronunciado escote, tan de moda esta temporada. Desde luego, tampoco se pasó por alto. No es muy habitual que dentro de la realeza se atrevan líneas tan sexies, pero el resultado fue igualmente elegante y glamouroso. Tanto que, una vez más, surgieron las comparaciones con la inolvidable Grace, madre de Alberto.
El vestido estaba rematado en una larga cola.
La joven sudafricana, que como todos saben fue una nadadora de élite, llegando a ser olímpica, no podía estar más encantada en un evento que tenía que ver con su antigua profesión.
De hecho, al término de la gala, su marido y ella protagonizaron uno de los momentos más simpáticos al posar en el escenario con todos los ganadores haciendo el típico gesto de triunfador con el brazo en alto del atleta Usain Bolt, también galardonado. Charlene brilló entre ellos como una auténtica estrella.