La esposa de Alberto de Mónaco volvió a brillar en la noche para presidir los Premios Princesa Grace, en Nueva York. Aunque no lo hizo con un vestidazo de gala ni joyas impresionantes. Más bien lo contrario. En un golpe de efecto le dio la vuelta a la etiqueta para presentarse con un look absolutamente masculino, que resultaba perfectamente femenino.

Un esmoquin desestructurado

charlene de monaco

Charlène de Mónaco eligió este clásico esmoquin en blanco y negro de Ralph Lauren, como mandan los cánones, pero con los toques necesarios de mujer. La camisa la llevaba abierta y la chaqueta sobre los hombros, muy coqueta. Y tacones, por supuesto.

Los detalles que marcan la diferencia

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Por debajo se veían también los tirantes negros, un recurso habitual de los hombres hace décadas para sujetar los pantalones y que en la versión de Charlène terminan de marcar la diferencia en su estilismo. Esta imagen nos remite a Cara Delevingne y su reciente aparición en la boda de Eugenia de York, con un frac.

Charlène, con un puntito rojo

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En plena sintonía con el conjunto, Charlène peinó su cabello corto con ondas y optó por un maquillaje bastante natural en tonos cobrizos. En cuanto a joyas, llevaba unos pendientes y un fino collar de brillantes, con un nudo, de Graff, que daba el perfecto contrapunto para feminizar su estilo. Por último, no pasamos por alto sus uñas, en rojo intenso, la única nota de color importante.

Su sobrina Pauline también acudió a la gala

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Pauline Ducruet, hija de Estefanía de Mónaco y Daniel Ducruet, y por tanto sobrina de su marido, también acudió a la cita. La joven representó justamente lo opuesto a su tía, ataviada con un glamouroso vestido asimétrico con una amplia abertura lateral, en plan mujer-mujer.

Amante de la moda

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Pauline se está abriendo camino como diseñadora de moda, un terreno que tocó vagamente su madre en los años 80. Además, recientemente patrocinó en el Principado los primeros premios dedicados a los influencers.

Sin su marido, el príncipe Alberto

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La gala se desarrolló según lo previsto, alrededor de una cena, para la cual Charlène prescindió de su chaqueta, quedándose en mangas de camisa y con los tirantes bien a la vista. A su lado faltaba su marido, el príncipe Alberto, quien delegó en esta ocasión en la excelente embajadora que es Charlène.