Encontrar unas manos que trabajen con infinita precisión sobre los puntos clave de  músculos, tendones, nervios y huesos, como las que trabajan el kobido, es fundamental para aliviar los efectos de esos  gestos y tensiones que acumulamos a diario. Reposicionar facciones, relajar rictus y ceños contenidos y moldear las emociones para que no se traduzcan en arrugas, impurezas, surcos y falta de tono y vivacidad. Sí, dejarse llevar por las presiones de unas yemas entrenadas en el kobido, también conocido como lifting japonés, que desbloqueen todo aquello que endurece y enmascara la belleza serena. Sin duda, uno de los masajes más eficaces y placenteros, cuyos resultados son en la piel como los de un lifting y en el resto del cuerpo como los que proporciona un buen SPA.

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Basado en las técnicas del masaje shiatsu, que presiona con los dedos puntos energéticos específicos del rostro, cuello, nuca y escote, el lifting japonés es un “perder la cabeza” de consecuencias tan benévolas que crea adicción y se ha convertido en uno de los tratamientos más buscado por celebrities de toda índole para rejuvenecer por fuera y por dentro. En los Centros Carmen Navarro aliamos la sabiduría del “toque oriental” con un cóctel de principios activos a la carta que supla las carencias del estado de la piel en cada momento.

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El protocolo, realizado en tres fases, comienza con una limpieza enzimática y mecánica en profundidad y la aplicación de la mascarilla personalizada. Sobre ella, se inicia un suave drenaje de digito presión en puntos tan candentes como el cráneo, la frente, ojos, pómulos, nariz, boca, óvalo facial, cuello y escote, con la misión de eliminar toxinas, de arrastrar todo aquello que entorpezca la actividad natural de las células de la piel y su sustento (músculos, nervios, tendones….). Con la limpieza como bandera, entra en juego el kobido en estado puro, con el que se realizan maniobras de tonificación muscular, oxigenación y movimientos de activación del tejido. Aquí los dedos ejercen presiones poderosas que movilizan puntos insospechados incluso en el interior de la boca. Por último, aparece en escena el paso capaz de acercarnos al Nirvana por unos minutos: el shiatsu más tierno, que consiste en relajar el cráneo y el rostro al completo, presionando con dulzura los puntos antes activados. De nuevo, los dedos recorren frente, cabeza, pómulos, rictus, óvalo facial, cuello, nuca y escote. El ticket al paraíso se consuma y se consigue una relajación profunda, que derrota el estrés, induce al sueño y distiende ceños y gestos, logrando un rejuvenecimiento facial sin cirugía y un estado corporal de ligereza digno de una pluma. Oxigena, ilumina, difumina arrugas de expresión y trabaja las más profundas con un efecto botox, además de mejorar la producción natural de colágeno y elastina. Hay más, es capaz, si lo realizan manos expertas, como las que lo practican en los Centros Carmen Navarro, de aliviar, incluso eliminar el rechinar de dientes nocturno, conocido como bruxismo. Se recomiendan 6 sesiones consecutivas, una a la semana (120€ sesión) y un recordatorio cada 15 días o un mes, dependiendo de las necesidades de cada uno.

Sí, perder la cabeza con el masaje kobido, es de algún modo ganar el cielo.