La sensación de hambre puede estar presente durante todo el día y eso hace que comamos de más y cosas menos saludables de las que deberíamos, además de sentirnos hinchadas, coger peso, provocar molestias digestivas. ¿Por qué ocurre esto? Puede deberse a varias razones pero probablemente sea una de estas cinco causas.

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¿Y si no es hambre sino sed?

Aunque parezca difícil de creer, lo cierto es que existe un fenómeno por el cual nuestro cerebro puede confundir la señal de sed con la de hambre. De esta manera podemos creer que tenemos hambre y nos lanzamos a comer cualquier cosa para intentar mitigar esa sensación cuando en realidad estas “ganas de comer” se nos pasarían bebiendo agua. Así que cuando notes ese gusanillo irreprimible intenta primero beber uno o dos vasos de agua, si la sensación termina es que simplemente tu organismo necesitaba hidratarse y lo que creías que era hambre era sed.

Mantén una buena hidratación a lo largo del día bebiendo al menos 1,5L de agua en la jornada. Las infusiones y el agua infusionada de sabores como de jengibre, limón, hierbabuena… son opciones muy saludables para aumentar nuestros niveles de agua de una forma diferente y casi sin darnos cuenta.

El cerebro puede confundir el hambre con la sed.

Beber agua es una buena estrategia para identificar si realmente tenemos hambre

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Un mal descanso

Dormir bien y los kilos que marca las báscula están íntimamente unidos. Tener un buen descanso nocturno no solo ayuda a que el cuerpo realice bien sus funciones, elimine toxinas y se deshaga de sustancias de desecho, haga su reparación celular y un reseteo a nuestros órganos, también es un factor importantísimo a la hora de controlar el peso.

Si no dormimos bien se va a producir un desarreglo hormonal devastador. Los niveles de grelina (la hormona del hambre) aumentarán irremediablemente y la leptina (hormona de la saciedad) va a descender. ¿Esto qué supone? Pues que tengas más hambre a lo largo del día y que por mucho que picotees no vas a verte saciada fácilmente.

Asegúrate un buen descanso para evitar estos ataques de hambre y poder controlar el peso de forma efectiva.

El papel del estrés

El estrés tiene su función y tener ciertos niveles de estrés en el organismo según qué circunstancias es muy positivo. Por ejemplo, el estrés nos avisa de un peligro inminente que debemos sortear, es una herramienta de supervivencia fantástica pero un exceso de estrés puede ser devastador para nuestra salud.

¿Qué ocurre cuando el estrés se mantiene en el tiempo? Cuando hay un estrés sostenido hay un exceso de cortisol (la hormona del estrés) en nuestro cuerpo. Este factor puede provocar ansiedad por lo que comerás más y peor, además de provocar otros desequilibrios hormonales. El estrés aumenta la resistencia a la insulina, esto lo que hace es que la glucosa que tengamos en la sangre tenga más dificultad para entrar en la células y convertirse en energía para el organismo. El páncreas segregue insulina para eliminar ese exceso de azúcar en sangre y lo guarda en forma de grasa, es decir, sumamos kilos a la báscula.

Para conseguir una buena gestión del estrés es importante tener una alimentación equilibrada, un buen descanso, hacer ejercicio físico y utilizar técnicas de mindfulness como la meditación para poder llevar una vida más calmada y sosegada.

La meditación reduce el estrés y el hambre

La meditación ayuda a reducir el estrés y a regular las hormonas de apetito y saciedad. 

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Distracciones cuando comes

Comer a toda prisa, con la televisión encendida, mirando redes sociales o trabajando no es la mejor manera para intentar llevar una vida saludable, alejar el estrés y controlar el peso. 

Hace unos años se puso de moda el término slow food que abogaba por volver a disfrutar de la comida dándole su tiempo y espacio, masticando bien y saboreando nuestros platos poniendo toda la atención y la intención en ellos. Comer en calma ayuda a reducir los niveles de estrés y también a comer menos porque comemos más despacio. Nuestro cerebro necesita unos 20 minutos para enviar la señal de saciedad, por eso si comemos muy rápido acabaremos ingiriendo muchas más calorías hasta que nuestro cerebro mande esa señal de saciedad.

Presta atención a lo que comer, pon el foco en nutrir tu cuerpo, masticar bien para tener una mejor digestión, paladear los distintos sabores y texturas… de esta manera bajarás los niveles de cortisol, comerás menos y podrás controlar más fácilmente el peso.

los carbohidratos simples engordan y provocan sensación de hambre

Los carbohidratos simples generan picos de insulina que nos llevan a ganar peso y a tener más hambre.

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Ojo a los carbohidratos simples

Es muy frecuente que muchas personas experimenten sensación de hambre a media mañana si han desayunado carbohidratos simples como harinas refinadas, azúcares, pan blanco, bollería industrial… ¿Por qué ocurre esto? Porque estos alimentos tienen un alto índice glucémico, es decir, elevan nuestros niveles de glucosa en sangre muy rápido y esto lo que hace es provocar picos de insulina porque el páncreas entra en acción para deshacerse de ese exceso de azúcar, almacenándola en forma de grasa.

Una vez se elimina el exceso de glucosa nuestro organismo va a pedir más como si se generara una especie de dependencia, por eso en muy poco tiempo volvemos a tener hambre. Para evitar esto lo ideal es consumir alimentos que mantengan estable los niveles de azúcar en sangre como por ejemplo los vegetales, las grasas saludables, las proteínas… son saciantes, tienen un alto valor nutricional y van a impedir que picotees porque vas a sentir saciedad durante más tiempo.