Victoria de Suecia, una boda en la que triunfó el amor
La heredera al Trono sueco hizo realidad su sueño el 19 de junio de 2010 al contraer matrimonio con Daniel Westling, a quien conoció siendo su entrenador personal. La pareja debió superar la oposición del rey Carlos Gustavo y la enfermedad del novio, quien poco antes de la boda tuvo que ser sometido a un trasplante de riñón.
Enamorada
La princesa, que entonces tenía 32 años, no ocultó su amor por Daniel Westling, con el que llevaba siete años de relación, con una ruptura incluida. La pareja debió superar años de oposición del rey Carlos Gustavo a este noviazgo.
Del brazo de su padre
La princesa entró en el templo del brazo de su orgulloso padre, el rey Carlos Gustavo. La novia lució un vestido del diseñador sueco Pär Engsheden, confeccionado en seda duquesa satinada en color crema.
Llegada de la novia
Pasadas las tres de la tarde, Victoria llegó en coche acompañada por su padre a la catedral de San Nicolás de Estocolmo. En ese momento se desvelaron algunos detalles de su vestido, en el que destacaba una cola de cinco metros de largo.
Entrega a la novia
El monarca entregó a su hija en el altar, donde esperaba el novio y su padrino, el hermano de la novia, el príncipe Carlos Felipe.
El velo
También el velo pertenece a la familia Bernadotte y data del siglo XIX. Al igual que su madre, la princesa no dudó en usarlo en su boda.
Ceremonia de los anillos
La pareja, entre frecuentes momentos de emoción y miradas cómplices, procedió al tradicional intercambio de anillos.
Marido y mujer
Tras pronunciar sus votos de amor eterno, en los que a ambos se les escapó alguna lágrima, los novios fueron proclamados marido y mujer.
Escoltados
Los recién casados, en su primer beso ante el gentío congregado fuera de la catedral, y dispuestos a pasar por el arco de sables.
Una tiara histórica
Victoria eligió para su gran día la llamada Tiara de los Camafeos, realizada en oro, perlas y con siete vistosos camafeos. Esta joya de la familia fue un regalo de Napoleón a su esposa, Josefina, quien posteriormente se la legó a una nieta, que se convirtió en princesa de Suecia. La reina Silvia, madre de la novia, también la lució en su boda, en 1976.
Príncipes y pajes
Entre los pajecillos que conformaban su séquito estaban los príncipes Christian de Dinamarca, Ingrid Alexandra de Noruega y Amalia de Holanda, además de otros hijos y familiares de los novios.
Las Casas Reales
Victoria y Daniel, muy bien arropados por las Casas Reales invitadas al enlace, entre ellas la española.
Saludo en carroza
Los recién casados se subieron en un precioso carruaje para recibir el cariño de su pueblo. El cortejo nupcial ocupaba unos 400 metros de largo y realizó un recorrido de alrededor de 7 kilómetros por las calles de la capital sueca.
Unidos
Victoria y Daniel, en otro momento más de ternura, en el puerto histórico de Estocolmo.
La barca real
Tras su paseo en carroza, los novios embarcaron en la barcaza real Vasaorden, con la que navegaron entre las islas del archipiélago en la bahía de Estocolmo.
Beso en el balcón
Los novios se dedicaron multitud de gestos de cariño ante su pueblo, como este efusivo beso desde el balcón del Palacio Real de Estocolmo. Una vez casado, Daniel Westling pasó a ser considerado Príncipe y a ostentar el título de Duque de Vastergotland y de Caballero de la Orden de Serafín, la más alta distinción sueca.
Daniel: “Te quiero tanto”
Durante el banquete nupcial, Daniel Westling arrancó las lágrimas de su ya esposa al hablar durante los brindis y decirle, sencillamente: "Te quiero tanto..."
La tarta nupcial
Victoria y Daniel procedieron a cortar la espectacular tarta compuesta de 11 pisos, tres metros de alto y 250 kilos de peso.
El primer baile
Los novios inauguraron el baile con un clásico vals, perfectamente ejecutado, añadiendo así un toque aún más romántico a la jornada. Posteriormente sonaron en el gran salón el Coro Romeo y Julieta, la Real orquesta Filarmónica de Estocolmo y los grupos modernos Roxette, Cotton Club y Carola.
Victoria: “Gracias por haberme dado a mi príncipe”
La heredera pronunció unas sentidas palabras desde el balcón: "Quiero dar las gracias al pueblo sueco por haberme dado a mi príncipe. Hoy es un día que llevaremos en nuestros corazones por el resto de nuestras vidas. Gracias".
Todo un futuro
La pareja, en una idílica imagen llena de felicidad, comenzó ese día el resto de sus vidas...