Día que pasa, día que tengo más claro que demasiado poco hace Rocío Carrasco, porque yo ya habría pegado un puñetazo en la mesa y habría gritado, con más octavas de las que podía alcanzar su madre: "¡Basta ya!".Menos mal que hay alguien de su familia, Rosario Mohedano, que está demostrando tener cordura. Y que va a hablar donde hay que hablar: en los tribunales.

Rosario Mohedano, en un momento delicado, por lealtad a su prima Rocío Carrasco
Rosario Mohedano es de los pocos familiares de Rocío Carrasco que ha seguido a su lado, en los buenos y los malos momentos.

Estaba yo con una cuenta atrás mental para averiguar quién sería el primero que abriría la boca después de que haya trascendido que Rosario Mohedano va a declarar en el juicio de Rocío Carrasco contra Antonio David... y no he tenido que empezar en 3.000 para llegar a 0. Vamos, que me lo ha puesto fácil el tío de ambas, José Antonio, que se ha despachado a gusto en 'El programa del verano', al afirmar que "Rosario Mohedano se ha metido en un charco, porque es demasiado buena persona y no sabe decir que no. Si ella ha visto ese maltrato, que lo diga".

Rosario Mohedano, en un momento delicado, por lealtad a su prima Rocío Carrasco
José Antonio, el marido de Gloria Mohedano, con quien la vemos aquí, con Gloria Camila, suele aparecer periódicamente echando leña a un fuego fatuo...

Y es lo que va a hacer Rosario Mohedano, contar lo que sepa, porque estoy seguro de que no va a mentir ni se va a sacar de una chistera acontecimientos que no haya presenciado. Lo que tal vez se le olvida a José Antonio que ser bueno no es sinónimo de tonto, que existe algo que se llama lealtad y honor a la verdad.Aprovecho para dar la enhorabuena a la cantante (que no se nos olvide que es su profeisón), primero por su trabajo y por su nueva canción, 'A la que venga', y en segundo lugar por algo más importante: por ser coherente.

Rosario Mohedano, en un momento delicado, por lealtad a su prima Rocío Carrasco
No haría falta este pie de foto para describir el estado en el que se encuentra Rocío Carrasco, quien está siendo objeto de un juicio paralelo tan duro o más que los que se dirimen en los tribunales.

No sé qué gana tanta gente hablando mal de Rocío Carrasco, machacándola por no llevar la vida como se cree que debe llevarse. Lo he repetido hasta la saciedad, pero lo digo de nuevo: tiene todo el derecho a no querer a su familia. O a no quererla en estas condiciones, dispuesta a clavarle cuchillos por la espalda, a ampliar la onda expansiva de un rechazo social que provocan ciertas situaciones que no son de lo más ortodoxas. ¿Qué sabemos nosotros de lo que le ha llevado a estar separada de sus hijos? ¿La creemos tan insensible como para no sufrir por ello?Es difícil determinar quién es el bueno ni el malo en una trama de relaciones humanas tan compleja como esta, pero yo siempre estoy a favor de los prudentes, los diplomáticos, los que no hacen daño de manera innecesaria, los que no son oportunistas, los honrados.Estoy seguro que para Rosario Mohedano no es nada fácil acudir a ese juicio como testigo, pero estará obrando en conciencia, que es como hay que hacer las cosas, nos equivoquemos o no.Solo me queda añadir a los francotiradores, que se miren hacia dentro, que piensen qué han hecho ellos mal antes de lapidar a alguien, porque, aunque lo cantara Nuria Fergó, las palabritas no se las lleva el viento. Son cortantes como el canto de una hoja, dejan heridas que tardan en cicatrizar, construyen o derriban muros entre las personas.