La guerra entre Rocío Carrasco y Antonio David Flores se recrudece. Y la hija de 'la Jurado', de casta le viene, va a por todas: pide cárcel para él.
Rocío Carrasco es de las de a la chita callando. No dice nada y lo dice todo. Acabamos de descubrir que ha decidido utilizar toda la artillería pesada contra su exmarido, Antonio David Flores (no voy a reproducir el motivo, que ya se sabe, porque en el fondo no beneficia a nadie). Y va por lo penal, no por lo civil. Vamos, que pide pena de cárcel.La batalla por sus hijos a nivel emocional la va ganando por goleada Antonio David, que tiene a Rocío y David viviendo con él. También la mediática. Parece que hay un consenso en que él es un padrazo y ella una despegada, aunque hay voces discordantes que nos dan la pista de que no siempre es oro todo lo que parece. Que no estamos ya en edad para caer en la simplificación de dividir el mundo entre buenos y malos.
Rocío Carrasco y Antonio David llevan litigando desde la más tierna infancia de sus hijos y la guerra no parece tener fin. Al margen de las diferencias que cada uno pueda tener, esta situación no beneficia a nadie, menos a sus Rocío (anteriormente conocida como Ro) y David, que viven en medio de una herida sangrante que no hay forma de que cicatrice.Ignoro quién tiene razón, porque nunca es absoluta y siempre depende del prisma con el que mires las cosas, pero tengo claro que a mí no me gustaría haber tenido a unos padres dispuestos a arrancarse la piel a jirones que llegar a un entendimiento.
No hay guerra buena, porque siempre pierden las dos partes y hay colaterales, en este caso los hijos, que al posicionarse están prescindiendo y renegando de una parte de su identidad. Separaciones hay todos los días y muchas, por desgracia, acaban en las páginas de sucesos o en las tertulias televisivas en las que, en algunos casos, la ética periodística sale por la puerta de atrás. Sin embargo, son mayoritarias las ocasiones en los que las partes llegan un acuerdo e incluso acaban llevándose bien, una vez resueltas sus diferencias o perdonado lo que se tenga que perdonar.No será la primera vez que llame desde estas líneas al entendimiento, al perdón, que es muy terapéutico, y al pasar página. Sobre todo cuando los errores del pasado ya no se pueden enmendar y solo queda construir un presente menos turbulento y un futuro calmo.
Ya apuntaban los colaboradores de Ana Rosa Quintana cuando dieron la noticia de la demanda de Rocío Carrasco que saldrán a relucir muchos capítulos que mejor quedarían sepultados en el olvido y que, al final, aunque el juez dé o quite razones, no hay mayor razón que la del corazón, la de los buenos sentimientos y la de la voluntad de dar un buen ejemplo a los hijos.Dicho queda una vez más.