La periodista Teresa Viejo vive sus días más oscuros. Para ella su padre era su héroe, pero ahora ha tenido que despedirse de él para siempre, dejando en ella un vacío imposible de llenar. Le toca hacerse a la vida sin ese hombre obsesionado por los relojes y es que, según la comunicadora, su mayor preocupación era no perder el tiempo. Era alguien muy especial, sobre todo, para su familia, que tras su muerte asegura estar desolada. "Mi padre vivía rodeado de relojes. En la mesilla, sobre la cómoda, colgados de la pared… incluso sobre el espejo del cuarto de baño. Se diría que era un hombre obsesionado con no perder el tiempo. También meticuloso y ordenado hasta la extenuación. “Era”, en pasado, porque mi padre ha muerto", dice Teresa Viejo junto a una foto de su progenitor.

Habla con él con un inmenso cariño, el mismo que procuró transmitirle a lo largo de su vida y el poso que, sin ningún género de dudas, le acompañará cada segundo a partir de ahora. Rota por su fallecimiento, la locutora de radio ha rendido un homenaje póstumo a su padre para que en la Era de Internet todo el mundo sepa de su existencia. Él fue capaz de cambiar la vida de todos aquellos que tenía cerca y Teresa Viejo quiere que este hombre de pocas palabras se honre como merecía.

"La frase arde en la punta de mis dedos y taladra el alma como un punzón. Nadie querría escribirla. La pérdida del padre arranca una raíz poderosa y nos deja a la intemperie. De repente entiendes como las frases hechas, además de inútiles, lastiman hondo, porque no “hay ley de vida” sino vida sin él. Quedan sus obras, sí, y unos valores igual que faros: sacrificio, fuerza de voluntad, la excelencia a través del esfuerzo y el trabajo, discreción, honradez, lealtad", continua. "Los mimbres de una generación que, sin entender de redes sociales, se merece la misma presencia en ellas que la de los tiktokers, porque transformaron un país a fuera de pluriempleo. Las fatigas de nuestros padres facilitaron nuestros logros", añade.

Varios corazones negros resumen a la perfección el luto en el que se encuentra desde hace días esta comunicadora tan querida en nuestro país. Y qué mejor para recordar a su padre que contar cómo era con aquellos que más quería, alguien imaginativo que jamás se conformaba y siempre pensaba en crear. Un hombre con la capacidad de ver más allá. "Mi padre hablaba poco salvo cuando volvía a la infancia, a su Alcarria natal, y entonces repetía sin descanso las mismas anécdotas que conformaron al hombre que era. También hablaba con sus manos cuando creaba, desde el pie de una mesa hasta esa pieza que sostuviera un estante a la pared. A su manera inventaba, lo que le hacía sentirse útil. Hasta horas antes de morir completó crucigramas y siguió en la tele sus programas de ciencia, de mecánica, de viajes… el telediario. Nada con lo que perder el tiempo y sí que instruyera. En su mesilla descansaba la radio portátil con la que escuchaba a su hija cada fin de semana en RNE. Posar la vista sobre ella en su habitación vacía desgarra", dice Teresa Viejo.

La presentadora de 'La observadora' ha transmitido a sus seguidores cómo se encuentra, un complicado momento que ni para ella ni para el resto de su entorno está siendo fácil en absoluto. "Escribo estas líneas, sorteando el pudor y la tristeza, para rendir homenaje a un hombre corriente, extraordinario para sus hijas; con sus claroscuros, por supuesto, porque lo humano tiene defectos y virtudes y de la mezcla de ambos nace la sabiduría que alcanzamos en vida. De ella aprendemos nosotras ahora. Descansa, padre, hasta que volvamos a abrazarte", finaliza.