Carme Chaparro es una de los rostros conocidos que más habla con mayor franqueza en las redes sociales. En ellas suele tratar sin tapujos temas poco 'amables' de la vida, como el síndrome o vértigo de Ménière que padece, la enfermedad de su hijo o las afecciones que sufre en la piel."Esto que veis es una enfermedad de la piel", arranca diciendo la periodista y escritora en su perfil de Instagram. "No se sabe qué la causa, pero cuando tengo un brote las manos se me llenan de esta especie de eccemas. Son dolorosos, sobre todo si rozan con algo".

"El brote tiene que ver con el estrés, otras, con algo que he tocado", asegura Carme Chaparro

"A veces el brote tiene que ver con el estrés, otras, con algo que he tocado, pero no se sabe exactamente", continúa en su post, que acompaña de una imagen de uno de sus dedos con la piel visiblemente irritada. "No hay cura, solo pomadas para tratar de que la remisión del brote sea rápida. A mí sólo me afecta a las manos, y solo una o dos veces al año, pero hay personas que lo sufren por otras partes del cuerpo mucho más visibles y molestas, y que a veces pueden sentirse estigmatizadas".

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"En mi caso, que alguien haga un chiste no me importa, pero hay gente que sufre de verdad y a la que le puede resultar muy doloroso. Aunque, por encima de todo, nunca se puede reaccionar con violencia. Nunca", termina.

"Por el oído derecho casi no tengo audición”

No es la primera vez que Carme Chaparro habla a corazón abierto de una enfermedad. En agosto de 2020, dos meses después de terminar el confinamiento, asombraba a muchos con sus declaraciones sobre el problema auditivo que sufre desde hace tiempo. "Yo vivo así. Con un pitido constante, como una emisión en alta frecuencia”, publicaba en Twitter. Y valoraba su dolencia en los siguientes términos: “De día es soportable. De noche no tanto”. Desvelaba también que "por el oído derecho casi no tengo audición”. Pero lo lleva con resignación: “Y no hay más remedio que acostumbrarse”.«Por las noches te desquicia muchas veces. Yo no tengo vértigo, pero no tengo consciencia de haber escuchado en alguna ocasión el silencio», explicaba. «Al final te acostumbras y dejas de ir a sitios con mucho ruido porque no escuchas. Como por ejemplo, discotecas o restaurantes, porque si no te tienes que pegar mucho a la gente, porque les escuchas».

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Otra enfermedad que ha tenido en vilo a Carme Chaparro ha sido la dolencia que ha padecido su padre. A finales del pasado mes de enero, este era dado de alto tras pasar una larga temporada en un centro hospitalario tras haber contraído coronavirus. «Hoy mi padre sale del hospital tras casi 4 meses ingresado», decía en su perfil de Instagram. «Gracias eternas a todos los que lo han cuidado y se han preocupado por él. Gracias a los que le han sonreído, a los que le han cogido de la mano, a los que le han dado palabras de aliento y fuerza. La sanidad tiene que ser humana, no solo médica. Gracias a todos los que la humanizáis».

Su padre ha estado una larga temporada ingresado por coronavirus

El pasado mes de diciembre, la catalana hablaba de la experiencia vivida como consecuencia de la enfermedad de su padre. «Los últimos dos años los ha pasado casi en soledad, en un pequeño pueblo, viendo a gente en exteriores y con mascarilla siempre. Toda precaución era poca. Hace unos días nos llamó su doctora: «vuestro padre se ha contagiado de coronavirus». Temimos lo peor. Imaginad», escribía en sus redes sociales. Entonces hablaba abiertamente de la dolencia de su padre, pero cuando sucedió todo optó por mantenerlo en privado.La autora de ‘No decepciones a tu padre’ decidió llevar en secreto la enfermedad de su padre durante prácticamente los cuatro meses que ha estado hospitalizado. Solo hizo público su contagio hace unas semanas, cuando este empezó a encontrarse mejor. Fue entonces cuando encontró las fuerzas suficientes para hablar de ello en público. «Cuidaos mucho, por favor. Este virus sigue siendo un cabrón«, pedía en sus redes a principios de año con una foto desde el hospital vestida con el Equipo de Protección Individual. Así fue como desveló que el enfermo al que visitaba era su padre: «Qué duro«