El príncipe Harry y Meghan Markle lanzan los tres últimos episodios de su docuserie, afirmando que hay una conspiración contra ellos desde palacio.

Harry y Meghan estallan la traca final. Netflix ha lanzado hoy la última entrega de su documental, los tres capítulos definitivos en los que relatan y justifican su salida de la primera línea de los Windsor, las tensiones con la familia y su conquista de la libertad en su nuevo hogar en California. Tras un avance en el que la pareja subía el tono, con contundentes afirmaciones, hoy por fin se conocen más porqués de la polémica escisión de los duques de Sussex.

El príncipe Harry y Meghan Markle explican en estos nuevos episodios cómo la institución monárquica tenía un trato diferente con ellos respecto a su hermano, el príncipe Guillermo. "Mentían para proteger a mi hermano, pero no mentían para protegernos a nosotros", dice él. Según la pareja, se filtraban informaciones interesadas y falsas para desacreditarlos. "No es que me echaran a los lobos, me metieron en la boca del lobo", remata Meghan.Harry se graba con su móvil en el avión que le llevaría de regreso a Canadá, la primera residencia en la que vivió junto a su esposa tras el Megxit, y asegura estar "en el vuelo de la libertad". Los duques de Sussex inciden en que hay una conspiración contra ellos desde el palacio de Buckingham y desde la prensa británica para utilizarlos como "chivos expiatorios" en caso de que otros miembros de la realeza decidan marcharse.

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En el capítulo 4, Meghan Markle dice que los 'royals' se vieron revolucionados por su presencia, porque no era como ellos y que tenía que ver con el hecho de que era mestiza. Incluso cuenta que uno de los asistentes de la reina Isabel llegó a compararla con un "organismo extraño invadiendo un pescado": "¿Qué es esto? ¿Qué está haciendo aquí? No se parece a nosotros, no se mueve como nosotros. No nos gusta. Apartémosla de nosotros", concluye la duquesa.Para el matrimonio, tanto el ahora rey Carlos, como Guillermo y Kate estaban celosos de su popularidad y los odiaban "por robarles el foco". Ni corto ni perezosos, asumen que ellos hacían "mejor" el trabajo, lo cual confundía a la institución, ya que después de su boda en 2018 trataban a Meghan "como una estrella de rock".El príncipe describe la situación de esta manera: "Cuando sabes que alguien que debería ser un 'telonero', te roba la atención o trabaja mejor que la persona que nació para hacer eso, eso molesta y genera un desequilibrio. Pero los medios son los que eligen a quién ponen en la portada". Luego recuerda una gala a la que asistió toda la Familia Real, incluyendo Isabel II: "Meghan y yo dormimos en Buckingham y al día siguiente en la portada de The Telegraph apareció Meghan. Ella me dijo: 'No es mi culpa'. Yo le respondí: 'Lo sé, mi madre se sentía igual".En este sentido, el príncipe Harry continúa comparando a su esposa con su fallecida madre, Diana de Gales, quien eclipsó a los demás 'royals', pese a no haber nacido para ello. Según revelan, uno de los detonantes que les puso bajo 'sospecha' fue su viaje oficial a Australia, en octubre de 2018. Entonces se confirmó el embarazo de Meghan y todo fue tan bien que "el palacio se sintió increíblemente amenazado".

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En un aspecto más familiar, Harry y Meghan comparten mucho material inédito de sus hijos, Archie Harrison y Lili Diana. Desde que nacieron han procurado no mostrarlos en público (en especial a la niña), pero ahora ellos mismos se saltan la norma con fotos y vídeos en particular de cuando el primogénito era bebé. Aparecen dándole un baño, de comer, el pequeño tocando el tambor y cantando, dando sus primer pasos en la casa de un amigo...

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La única de los Windsor que parece salvarse de la quema general es la reina Isabel, fallecida el pasado 8 de septiembre. Meghan Markle afirma que la miraba como "una abuela" y que el día que pasaron juntas durante su visita oficial a Cheshire, en junio de 2018, "lo pasamos muy bien. Sentía que éramos familia". También tiene palabras positivas para su suegro, el rey Carlos, quien "fue un encanto" cuando la condujo hacia el altar el día de su boda en sustitución de su padre, que había sufrido dos infartos en los días previos.Por cierto, Meghan recuerda divertida la mañana de su boda como una locura. Así se preparó  para el gran día: "Todo lo que quería era beber una mimosa, comer un croissant y poner la canción 'Going to the chapel', cosa que hice. Fue genial". Un destello de luz dentro de una historia en la que sobrevuelan las teorías conspirativas y que ahora ha tocado a su fin. O no. La reacción de la Familia Real británica está por verse.