Igual que no nos vestimos igual en verano que en invierno, el ritual de belleza que aplicamos a diario sobre nuestra piel tampoco debe ser el mismo.

La razón es sencilla. Con las bajas temperaturas, el viento, la calefacción y los cambios bruscos de temperatura, la piel se reseca y pierde sus niveles óptimos de hidratación. Si no hacemos nada al respecto, después de todo el invierno es posible que aparezcan líneas de expresión, arruguitas y quizá el rostro se vuelva mate y sin brillo.

La solución es aplicar cremas ultra nutritivas que eviten la pérdida de agua transepidérmica. Muchas mujeres temen que la piel les quede brillante si se aplican un producto muy untuoso, y acaban optando por productos oil free o libres de aceites que les dejan la piel mate, sí, pero demasiado seca y sin vida.

 Yo recomendaría buscar un producto emoliente, y no aplicar demasiada cantidad.

 Una buena idea es calentar ligeramente el producto entre las palmas y extenderlo con suavidad. Si se quiere, posteriormente, si la piel es mixta, se pueden esperar cinco minutos tras la aplicación y luego presionar suavemente un tisú contra el rostro en las zonas más grasas, como pueden ser nariz y barbilla.

 Existe mucha confusión respecto a las cremas, pensando que una buena hidratante tiene que ser grasa, pero es todo lo contrario. Existen productos muy ligeros, pero de gran poder hidratante. Uno de mis preferidos es la crema de Trufa Blanca del Piamonte de Terrapura. Elaborada con ingredientes naturales, fragancias sin alérgenos, da a la piel un tono desfatigado, terso y luminoso. Y es perfecto para el tiempo de frío al contener tres de los activos más emolientes que existen, como son los aceites de jojoba, argán y la manteca de karité.

Entre los ingredientes de esta crema me gusta destacar el retinol, potente activo antiedad; aceites de jojoba y argán, estimulan la regeneración celular y dan elasticidad a la piel; Sacha Inchi, planta del Amazonas rica en antioxidantes que protege y reconstruye la barrera natural de la piel; manteca de karité, hidratante por excelencia; ceramidas, que fortalecen la estructura de la piel desde el interior y el extracto de trufa blanca, antioxidante y regulador de la melanina.