El estrés es necesario, pero en pequeñas dosis. Nos mantiene alerta para que seamos productivos, creativos, y nos realicemos a nivel profesional y personal. Pero en dosis elevadas, como todos sabemos, es fatal. A nivel orgánico, ¡ni qué decirlo! Y si nos referimos a la piel, es uno de sus peores enemigos: además de envejecer, produce acné.

Aquí tenemos la explicación al famoso acné adulto del que tanto oímos hablar en los últimos tiempos: afecta a todos, pero sobre todo a mujeres (otra perla más que nos ha tocado) a partir de los 30 años: es un momento de objetivos laborales, de unas hormonas activas, de una posible maternidad, y no se de cuántas cosas más. De hecho, según recientes estudios, el acné ha experimentado un recrudecimiento en las mujeres adultas, ya que el 30% de las mayores de 25 años lo sufre, frente al 5-7% de hombres; por lo que antes os he mencionado, pero también por el estrés que toda esta vorágine de vida supone, dato que avala la Academia Española de Dermatología y la Asociación de Clínicas privadas DERMUS.

Pero este tipo de acné tardío, por decirlo de alguna forma, no es igual que el de la adolescencia: es de tipo inflamatorio, y en vez de aparecer en la zona, T (frente, nariz y barbilla), lo hace en forma de U: Zona peribucal, mandíbula y cuello. ¿Y qué podemos hacer? Dejado a un lado aquí el tema de los fármacos (que en casos graves administrará el profesional), hay que evitar el tabaco, que es un agravante si hay acné de antes (en fumadoras se agrava un 50%). Pero sobre todo, el estrés y la ansiedad.

Un estudio entre los dermatólogos españoles llamado ACS considera que es necesario complementar el tratamiento escogido con apoyo psicológico, y seguramente así sea. Pero además, os propongo que sigáis las siguientes pautas, que yo he puesto en marcha en mis centros como filosofía de trabajo y de vida: rodearos de colores relajantes, de música que os inspire, de decoración armónica, dejad entrar a los pensamientos positivos y dadle importancia a la respiración y la meditación. Sí a la vida sana, a la alimentación lo más natural posible, a la nutricosmética como complemento, y por supuesto, aseguraos de dar con un buen profesional estético que de con el tratamiento personalizado que cada cual necesite: entre mis métodos, yo incluyo la radiofrecuencia bipolar y la energía óptica del equipo e-Style, la fotoestimulación con luz LED, la tecnología magnética de infusión (MIT), o la oxigenoterapia.