“Cuando la piel sufre, no solo hay que tratarla, debemos darle las pautas para que funcione r correctamente y cuidarse sola”, esta premisa resume una fórmula para afrontar el bronceado sin sufrir riesgos innecesarios. Se trata de un concepto que busca elevar las defensas de la epidermis. Antes, durante y después de tomar el sol para que sus efectos indeseados pasen de largo. ¿Cómo? Primero, preparándola con ayuda de un peeling. Tanto en cara como en cuerpo. Conseguiremos exfoliar y retirar de su superficie todas las células muertas e impurezas. Las que ensombrecen su luminosidad y entorpecen la penetración de los principios activos que aplicamos sobre ella.

Empezamos exfoliando

La exfoliación es un gesto que debe realizarse dos o tres días antes de la primera exposición solar. Luego debemos completarlo  con un gran baño de hidratación y nutrición. Hazlo con una loción personalizada a cada necesidad. Además añade el nutricosmética solar, cápsulas ricas en vitaminas y betacarotenos. Si las ingieres al menos 15 días antes de tomar el sol mejor. Estarás ayudando a estimular sus funciones metabólicas celulares. Los melanocitos estarán mejor preparados para segregar melanina –el pigmento responsable del bronceado-y el moreno aparecerá antes y más uniforme.

Elegir la protección del sol adecuada

También debes utilizar fórmulas fotoprotectoras que le aporten a la piel los principios activos que necesita. Así podrá enfrentarse a los rayos UV en todo su espectro (UVA; UVB; IRAe i infrarrojos). Además le ayudan a habituarse poco a poco.

No todas las pieles requieren los mismos, de ahí que sea muy importante elegir un bronceador adecuado a la calidad de cada epidermis. En la actualidad, existen fórmulas que no bloquean. Lo que hacen es crear una especie de malla que deja pasar la cantidad de rayos de sol UV necesarios. La piel así se va acostumbrando a sus efectos. A medida que el bronceado aparece, su fórmula se va adaptando. Y  “abriendo” los agujeros de la malla hasta donde la piel lo permita para no sufrir daños.

¿Qué es la protección biológica?

Es lo que se conoce como fotoprotección biológica o BBR, Bronceado Biológico Rápido, creado por primera vez por el Institut Esthederm en 1977. Ayuda a la piel a pigmentarse más rápidamente defendiéndose de forma natural frente al astro rey. Este tipo de cosmética solar es fantástica para todas aquellas pieles con problemas de intolerancias solares. Incluso para los más pequeños, para casos de fototoxias y fotoalergias. ¿cómo lo hace? Empleando principios activos biomiméticos, idénticos a los de la piel. Están exentos de contaminantes y sustancias químicas ajenos al ecosistema cutáneo. Asi ayudan a tu piel a evolucionar y adaptarse a las condiciones ambientales.

Y después del sol ¿qué?

Tras la exposición solar, es imprescindible utilizar lociones aftersun. Mejor si contienen ingredientes calmantes naturales como el aloe vera, oligoelementos y vitaminas. Básicamente A, E y F, antioxidantes que nutran las células y las ayuden a prolongar el bronceado de manera natural. Combatiremos los radicales libres y los posibles daños provocados en el ADN celular.

A pesar de las precauciones y de usar la cosmética solar adecuada y de calidad, puede surgir alguna irritación o poco. En ese caso es mejor tomar precauciones. Pertrecharse a la sombra, usar gafas de sol y sombreros de ala ancha. También es útil la  ropa con UPF. Es un índice de protección solar específico para las prendas de vestir, de venta en grandes almacenes deportivos. Camisetas, trajes de baño y shorts realizados en materiales ligeros que permiten el baño, se secan rápidamente y ayudan a evadir los inconvenientes de los rayos UV en las pieles más delicadas.