Igual que sucede con nuestra piel, nuestro pelo necesita hidratación. Durante el verano a veces olvidamos lo necesario que es y cuando comienza el otoño es cuando somos conscientes de los estragos que el sol, la sal y el cloro han causado. Por fortuna las mascarillas pueden acudir al rescate para que nuestro cabello recupere el brillo de antes de las vacaciones.

Junge Frau mit roten haaren bürstet Ihre Haare morgens im Badezimmer

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A veces es imposible evitar la visita a la peluquería para cortar por lo sano tras las vacaciones, pero otras, se puede prevenir. Porque puede atajarse antes de que se deshidrate por completo o antes de que comience a hacerlo. Para ello lo principal es observar nuestro pelo y ser conscientes de su estado.

Las señales que indican que el cabello está deshidratado

Hay algunos signos que funcionan como indicadores claros de que nuestro pelo necesita un rescate, bien sea mediante un corte en manos de los expertos o con un tratamiento de ayuda. El más reconocible son las puntas abiertas o notar el cabello quebradizo.

Pero existen otros que quizá nos suelen pasar más desapercibidos pero que también son una señal de alerta clara. El primero es la tendencia a enredarse con mayor facilidad. Si esto sucede tendremos que poner una dosis extra de paciencia para no romper más cabellos al peinarse. Pero también podemos notar que la textura de nuestro cabello ha cambiado o que está más apagado de lo habitual.

Cuidar y reparar el pelo dañado

Como decíamos, en los casos más extremos la tijera es la única solución, pero por norma general, siempre podemos echar mano de los productos cosméticos para rescatar una melena que queremos que siga creciendo. Por ello, lo ideal es que utilicemos acondicionadores también durante nuestras vacaciones, porque de esos cuidados intermedios dependerá el resultado del verano.

Pero sí ya llegamos un poco tarde, es momento de aplicar tratamientos de choque y cambiemos algunos hábitos. El primero de ellos es intentar peinarnos y desenredarnos cuando tengamos el cabello con mascarilla, para evitar los tirones y que el cepillo se deslice con suavidad. Y el segundo, usar sérums y aceites en los casos con el cabello más seco, pero siempre hacerlo de medios a puntas nunca aplicándolo directamente sobre el cuero cabelludo.

Para continuar, debemos evitar lavarnos el cabello más veces de las necesarias y, cuando lo hagamos, evitar en la medida de lo posible las herramientas de peinado con calor. Al menos una vez por semana aplicar una mascarilla hidratante y dejarla actuar durante un buen rato. Así lograremos preservarlo un poco más y devolverle poco a poco su brillo original.

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