Hace diez años decidió hacer un parón profesional para meterse en política. Una decisión que, aunque no se arrepiente, le ha dejado mal sabor de boca y le costó estar mucho tiempo sin poder trabajar. “Durante más de siete años no me sonó el teléfono, no tuve ninguna oferta de trabajo”, nos dice Juanjo Puigcorbé (68), uno de los actores más destacados de nuestro país y que arrasó en las décadas de los 80 y 90.
Unos difíciles años que nada tienen que ver con la actualidad. Juanjo combina ahora la televisión, el cine y el teatro. Para hablar sobre todos estos temas nos recibe en su nuevo piso de alquiler en Madrid. Al entra nos recibe su mujer, Lola Marceli. “¿Queréis un café?”, nos dice con esa sonrisa tan cautivadora como especial que la ha llevado también a convertirse en una de nuestras mejores actrices.
Mientras, a lo lejos, divisamos a Juanjo. Tras un apretón de mano nos comienza a explicar detalles del piso, nos hace alarde de lo bien que se conoce el barrio y, tras divertirse durante la sesión de fotos, nos invita a un vaso de su whisky preferido y nos explica lo que está significando para él volver a sus raíces, la actuación.
¿Dónde estamos?
En los apartamentos que he elegido para quedarme en Madrid mientras estoy en el teatro. Este me ha gustado mucho. Es un sitio fantástico y está céntrico. Yo he vivido en muchos sitios en esta ciudad, he tenido casa propia en el barrio de Ópera durante diez años y también he estado varias veces viviendo de alquiler.
¿Y tienes pensado asentarte aquí? Es decir, ¿volver a vivir en Madrid?
Como ya te he dicho, he vivido en Madrid mucho tiempo. He vivido 30 años en Barcelona y unos 20 en Madrid, más o menos. Tanto mi mujer como yo hemos vivido un poco en todas partes ¿Sobre lo que me preguntabas? Es muy probable que volvamos otra vez a Madrid, sí.
Regresas a los escenarios después de 11 años con la obra Roca negra. Juanjo, ¿Qué sentimientos te han invadido?
Han pasado 11 años… Que son muchos, para, dejar de ver a una persona en una profesión, pero da igual. No se me ha olvidado nada. Vuelvo a estar en el mismo sitio. Al principio piensas: “Ostras, me costará un poco volver a retomar”. Te encuentras más torpe los primeros días, pero enseguida te encuentras.
¿Temías la reacción del público a tu vuelta?
Sí, pero no. Nunca he tenido ese problema en la cabeza. Simplemente creo que el público está asistiendo a algo que estás haciendo tú y puede ser más o menos estricto y yo tengo que hacerlo lo mejor posible.
Cuando llegó este papel a tus manos, ¿Qué fue lo primero que pensaste?
Que era la era la oportunidad para decir que sí. Además, que era un proyecto que me vino directamente del autor y escritor y me pidió que fuera yo.
Para todos aquellos que desconozcan la obra ¿De qué maneras animarías al público a ver Roca negra?
Tienen que ir porque pienso que es una función que habla de algo que todo el mundo puede entender: la relación entre padre e hija. En esta representación salen cosas a flote que a todo el mundo le conmueven, sobre todo a los personajes. Se explica, por ejemplo, lo mucho que les cuesta decirse “te quiero”.
En tu caso?¿Te cuesta decir “te quiero”?
Soy de intermedios. Ni mucho, ni poco.
En alguna ocasión has sacado a relucir aspectos íntimos tuyos como que las personas más importantes de tu vida son tu madre, tu mujer y tu hija.
Soy consciente de que tengo estos enganches en mi vida. Mi madre, por desgracia, falleció el año pasado. Mi hija y mi mujer son las mujeres que me rodean.
Tu padre falleció cuando eras apenas un niño.
Mi padre falleció cuando era muy pequeño, con lo cual esta figura paterna tutelada o autoritaria, no la he tenido. Quiero decir que como mucha otra gente, somos menos sensibles a la autoridad. Fíjate tú, todos los que no hemos tenido un padre que se ha muerto cuando éramos pequeños tenemos ese mismo sentimiento. Esto nos trae también problemas en la vida.
Empezaste muy joven en este oficio. Tenías tan solo 18 años.
Pero es que en esa época era normal empezar pronto. Yo empecé prontito y me fue bien.
Cuesta entender cómo un actor como tú haya estado siete años sin que le llegara ninguna oferta de trabajo. Has explicado que ha sido falta de trabajo, pero no ningún veto.
Sí, a partir de los cuatro años que estuve en política, los tres siguientes yo pensaba que volvería a reengancharme con mi carrera, pero no fue posible. Yo he querido explicar que si no se me ha visto trabajar no ha sido porque yo no quisiera, sino porque no tenía trabajo. No me llamaban. Esto me chocó mucho, nos chocó, vamos, porque a mi mujer Lola, le ha pasado exactamente igual. Que cada uno saque sus conclusiones, pero a mí no me parece nada normal.
¿Tú crees que eso provino de algo o alguien?
Todo fue voluntario.
Fue tan cruda la situación que tuviste que pedir una prejubilación.
Esto es un poco heavy. Pero, sí. Yo de alguna manera he denunciado que esto no fue casual, fue voluntariamente para hacer el máximo daño posible y por eso de alguna manera lo digo. No he sido el único caso. Hay muchísimos más.
Tu paso por la política la has definido como una etapa en la que has conocido la verdadera maldad del ser humano.
Es un mundo que yo no conocía y lo he conocido por dentro y no me ha gustado nada. Hay muchas diferencias entre ese mundo y el mío, que es la actuación. Por eso decía que he vuelto otra vez al cariño de estar con la gente de mi profesión. En un mundo donde todos son patadas, navajazos, codazos e insultos… De todas maneras, las redes sociales te hacen mucho daño, porque hay cantidad de gente anónima que se dedica a insultar a tirios y troyanos. Pero bueno, es ya un capítulo cerrado.
Has dicho recientemente que no te arrepientes.
No puedes decir ahora que no haría eso. Las cosas han sucedido sea como sea. No puedes modificar el pasado.
Pero sin embargo tu presente es prometedor con Roca negra en el Teatro Pavón, de Madrid; una serie en Netflix, Machos Alfa 2’, Entre tierras, ’ en Antena3, una película en Argentina…
Y otra que tenía en Inglaterra pero que no he podido hacer por problemas de agenda.
¿Y cómo ha sido pasar de que no te suene el teléfono a tener la agenda al completo?
Pues mejor porque, como te he dicho, ves que alguien interfería la realidad. Pero la realidad tiene su continuidad y alguien estaba poniendo obstáculos por ahí en medio y esto ha desaparecido.
Todo lo que te ha pasado no ha conseguido apagar tu brillo.
No lo han logrado en mi caso. Pero en otros muchos casos sí. Yo me he salido afortunadamente de esta condena, pero otros no han tenido esa misma suerte.
Trabajar desde los 18 años tiene que haber tenido algo que ver…
Yo no me doy más importancia de la que tengo. Siempre he intentado hacer las cosas lo mejor posible y siempre me ha ido bien quitando esto último.
¿Eres rencoroso?
No, pero justiciero sí. Hay gente que se merece un castigo tremendo.