Los seres queridos del cirujano colombiano se han reunido en una ceremonia religiosa para darle el último adiós.
Edwin Arrieta ya descansa en paz en Colombia. Cinco meses después de su muerte, supuestamente a manos de Daniel Sancho, los restos mortales del cirujano han llegado a su tierra natal y sus seres queridos le han dado el último adiós en una emotiva misa. Si algo han deseado los más allegados al colombiano desde que se dio a conocer su fallecimiento, es poder repatriar su cuerpo sin vida y despedirle en una ceremonia íntima de la que se han dado a conocer algunos detalles.
En unas imágenes emitidas por ‘Y ahora Sonsoles’ puede verse cómo los familiares y amigos de Edwin Arrieta le han rendido homenaje en una sentida misa. Todos ellos no han podido evitar derramar lágrimas sobre sus rostros al ver la imagen del cirujano en el altar sobre el que los sacerdotes pronuncian las palabras pertinentes. Ahora, podría decirse que han cumplido el objetivo de tener lo más cerca posible los restos mortales del colombiano mientras todas las miradas están puestas en el juicio que condenará definitivamente a Daniel Sancho.
Por su parte, la mejor amiga de Edwin, Victoria Jattin, ha hablado para el programa presentado por Sonsoles Ónega. La joven ha contado como, tanto ella como el resto de personas cercanas a Arrieta, han vivido este último adiós: “Ha sido como mermar el dolor de la familia (…) Estaba muy ilusionado con el viaje a Tailandia”, ha asegurado, visiblemente dolida por todo lo que sucedió después de que uno de los pilares fundamentales de su vida viajara al país asiático.
La fría actitud de Daniel Sancho tras darse a conocer el crimen del cirujano colombiano
De hecho, otra de las amigas del médico fue quien se dio cuenta de que algo no iba bien. El tres de agosto a las ocho de la tarde de Colombia, Viviana se puso en contacto con el hijo de Rodolfo Sancho para preguntarle por Edwin. Lo que en ese momento no había podido llegar a imaginar es que la persona con la que hablaba se convertiría más tarde en el asesino confeso de un crimen que daba la vuelta al mundo en cuestión de minutos.
Aunque en un primer momento el joven español le dijo que tampoco sabía nada de Arrieta, finalmente aclaró que le habían retenido haciéndole preguntas: “No sé qué decirte, solo espero que esté bien”, rezaba. En ese mismo momento, la policía ya había localizado restos humanos de Edwin en un vertedero y también el ticket que hizo que Daniel se convirtiera en el principal sospechoso.
Días después de ser detenido y de permanecer en la cárcel de Koh Samui, Sancho abandonó la prisión para desplazarse hasta el lugar de los hechos y reconstruir el crimen con todo lujo de detalles. Un momento en el que sorprendía especialmente la frialdad con la que el chef hablaba de todo lo que hizo para no dejar rastro del asesinato, como por ejemplo echar “agua caliente para que la sangre no coagulase”. Su testimonio fue estremecedor y por él las autoridades de Tailandia han llegado a pedir que se le otorgue la pena de muerte. Por su parte, el equipo de defensa de Daniel espera hacer todo lo posible para que esto no suceda y demostrar que realmente no fue el joven quien acabó con la vida de Edwin.
Los seres queridos de Edwin Arrieta piden justicia por su muerte
Sea como fuere, si algo está claro es que para los seres queridos de Arrieta no hay consuelo alguno tras su muerte. Para ellos la desaparición y posterior confirmación del crimen del cirujano cayó como un jarro de agua fría y de la manera más inesperada. A lo largo del mes de agosto no podían llegar a imaginar que el final de la vida del médico había llegado, motivo por el que pidieron justicia para él.
Los más allegados a Edwin consideran que la mejor forma de vengar el crimen es por medio de la imposición de la cadena perpetua para Daniel. La familia Arrieta y personas cercanas a esta quieren que el joven pase el resto de su vida entre rejas, aunque eso sí, siguiendo las normas de Tailandia y sin que se le dé la posibilidad de cumplir condena en España. Algo que las autoridades asiáticas tienen claro ya que piensan que, si el asesinato se cumplió dentro de su territorio, debe ser allí donde se dicte sentencia.