Concha Velasco nos ha dejado. La actriz española ha muerto este sábado, 2 de diciembre en el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda. Una noticia que confirmaban sus hijos, Manuel y Paco, a través de un comunicado enviado a los medios. La veterana intérprete, una de las grandes damas de la interpretación nos deja, tan solo unos días después de haber soplado 84 velas.

A continuación reproducimos de forma íntegra la nota enviado por la familia:

"Lamentamos informar de que nuestra madre, Concha Velasco, ha fallecido hoy sábado 2 a las 02:00 en el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda, habiendo recibido los Santos Sacramentos, a consecuencia de una complicación en su enfermedad.

No tenemos más que palabras de agradecimiento para el personal del hospital, y el de las residencias Santa Matilde y Orpea Punta Galea que tan bien han cuidado de ella en estos difíciles tiempos.

Somos unos afortunados por haber gozado de la mejor madre del mundo y por recibir el cariño de tantos españoles que la quieren y la admiran. Gracias a todos.

Rogamos una oración por el descanso eterno de su alma. Nuestra familia también se lo agradecerá.

Sus hijos, Manuel y Paco".

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Desde muy niña, Concha Velasco (29 de noviembre de 1939) tenía muy clara su vocación y muy pronto, le dijo a su madre aquello de: "Mamá, quiero ser artista". Así, esta joven nacida en Valladolid tras acabar la Guerra Civil, hija de un militar y una profesora republicana y artista frustrada, se empezó a preparar para cumplir su sueño y el de su madre. Cuando contaba con cinco años, la familia se trasladó a Larache, en Marruecos, donde su padre, que había formado parte de las tropas nacionales, había sido destinado.

Allí hizo sus pinitos en el baile tras matricularse en una escuela de danza española. Una disciplina a la que añadió la clásica cuando se afincaron en Madrid. La situación económica de la familia de Concha era delicada y por ello, siendo una adolescente, se puso a trabajar como bailarina profesional en el ballet de la Compañía Nacional de Ópera y, más tarde, en las compañías de Manolo Caracol y de la vedette Celia Gámez.

La vida de Concha Velasco en imágenes
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El primer amor de la inolvidable Concha Velasco

Sus aptitudes de chica todoterreno no pasaron inadvertidas para los productores cinematográficos y con 16 años debutó en el cine con la película 'El bandido generoso' (1954). Concha, que adoptó el nombre artístico de Conchita Velasco, se convirtió en una habitual de la gran pantalla con grandes éxitos como 'Las chicas de la Cruz Roja' (1958), 'El día de los enamorados' (1959) o 'Los tramposos' (1959), en las que compartió cartel con Tony Leblanc, con quien trabajaría en diez películas más. En 1960, en la película 'El indulto'se puso a las órdenes del director y productor José Luis Sáenz de Heredia, 28 años mayor de ella, casado y con hijos, con quien mantuvo una relación de 11 años. "Le quise mucho y aprendí de él una barbaridad, pero estaba casado y, además, seguramente no me quería tanto como yo a él", confesó Concha.

Con él protagonizó filmes como 'Historias de la televisión' (1965), donde interpretó el tema 'La chica yeyé', que se convertiría, además de en su sobrenombre, en un himno, abriéndole la puerta del mundo de la música. Por aquellos años, comedias como 'Las que tienen que servir' (1967) o 'Venta por pisos' (1971) alcanzaron un gran éxito, sin olvidar su trabajo junto a Manolo Escobar, con quien protagonizó cinco películas.

El gran cambio en la vida de la veterana actriz

En los 70, Concha Velasco experimentó un gran cambio personal y profesional. Tras su clandestina relación con Sáenz de Heredia, deseaba disfrutar del amor abiertamente y ahí apareció el actor Juan Diego: "Había escarmentado tras esa relación con un hombre mayor y me enamoré de uno totalmente distinto, mucho más joven: Juan Diego, que tampoco creo que me amara en exceso", dijo.

Juan Diego, que era una de las voces críticas contra el franquismo, ayudó a Concha a despertar políticamente. Con él formó pareja teatral, evolucionando hacia papeles más dramáticos, donde alcanzó gran reconocimiento. La actriz había dejado de ser Conchita para convertirse en Concha. Sin embargo, la relación con el actor tampoco cuajó: "Yo me quería casar y formar una familia, y él no", reconocía la actriz.

Arribas y Marsó

Destacan las películas 'Pim, pam, pum, fuego' (1975) y 'Las largas vacaciones del 36' (1976), en las que trabajó con el director de fotografía Fernando Arribas, otro de sus grandes amores. Fruto de su idilio, Concha se quedó embarazada de su hijo Manuel, aunque lo suyo tampoco pudo ser y la actriz afrontó su maternidad en solitario, algo nada fácil en esa época: "Con Fernando fui muy feliz. Entonces ¿cuál era el problema? Pues que estaba casado". Pero pronto el destino le sorprendería con un nuevo amor, el actor y productor teatral Paco Marsó, "el hombre de su vida".

El flechazo se produjo en 1975, durante un rodaje: "Paco entró en mi vida como un vendaval; me hacía reír, disfrutar de la vida, hacer locuras, amar apasionadamente y en todos los sitios", confesaba. Su ardiente amor culminó en boda. Paco aportó una hija de una anterior relación, Diana Patricia, y la artista, al pequeño Manuel, de nueve meses, a quien Paco adoptó y quiso como si fuese su hijo biológico. Su matrimonio con Marsó estuvo repleto de desencuentros. Y es que Concha ya tuvo su primer disgusto la noche de su boda, el 18 de abril de 1977, cuando su marido no llegaba a casa y tuvo que llamar a la policía y los hospitales. "Ya te acostumbrarás", le dijo su suegra entonces. Y se acostumbró... En 1979, la pareja tuvo otro hijo, Paco, que junto con Manuel fueron su gran orgullo.  Aunque las juergas de Marsó, su afición al juego y las infidelidades mantuvieron siempre su relación en la cuerda floja.

Tuvo gran éxito con la serie 'Teresa de Jesús'

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Concha Velasco en María Teresa de Jesús

Concha no dejó de encadenar éxitos televisivos como la serie 'Teresa de Jesús' (1984) y cinematográficos, como 'La colmena' (1982), aunque fue en el teatro donde más brilló con obras como: 'Filomena Marturano' (1979), 'Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?' (1981) o 'Mamá, quiero ser artista' (1986). Este éxito le llevó a formar su propia compañía teatral con Paco, en la que este ejerció como productor. Cabe recordar sus trabajos en 'Carmen Carmen' (1988), 'La truhana' (1992), 'Las manzanas del viernes' (2000) e 'Inés desabrochada' (2003), escritas por Antonio Gala.

Problemas de dinero

Por desgracia, el teatro fue, además de su gran pasión, su perdición, ya que sus ambiciosos proyectos, producidos por Marsó, en ocasiones fueron ruinosos. Así, en los años 90, perdieron más de 130 millones de pesetas con 'La truhana' y en la década siguiente, tuvieron que hipotecar su casa de La Moraleja para sacar adelante 'Hello, Dolly' (2001), que, aunque funcionó bien, no recuperó la inversión. A consecuencia de las deudas, en 2002, Concha perdió esta casa. No sería la última, ya que esta situación se repetiría en más ocasiones. Estos problemas económicos fueron el mazazo definitivo para la pareja, que se separó en 2005.

La ruptura fue dolorosa con duros intercambios de declaraciones. Sin embargo, la muerte de Paco, el 5 de noviembre de 2010, fue un terrible golpe para la actriz, que confesaba en sus memorias: "Todas las mañanas me levanto y la primera persona en la que pienso es Paco Marsó, y la última, antes de acostarme es Paco Marsó (...) Lo único que de verdad lamento es que él no me quisiera o no me supiera querer".

uvo que vender su propiedad para pagar a Hacienda

El dolor por su pérdida no cesó al igual que sus problemas con Hacienda, que arrastró hasta 2019 cuando, como contó a SEMANA en exclusiva, vendió su última propiedad, situada en el barrio madrileño de Sanchinarro: "He vendido mi casa para pagar Hacienda porque creía que era la mejor solución para acabar con mi deuda y vivir tranquila", revelaba sobre la casa en la que había vivido los últimos 12 años. Así, tras toda una vida trabajando, se instalaba en un modesto piso alquilado cerca de sus hijos.

Debido a sus problemas económicos, Concha trabajó incansablemente durante las últimas décadas, con un parón obligado tras detectársele en 2014 un linfoma, del que se recuperó favorablemente. Su producción fue sobre todo televisiva, donde sus honorarios eran mayores, compaginando su faceta de presentadora, con programas como 'Querida Concha' (1992), 'Sorpresa, sorpresa' (1999) y 'Cine de barrio' (de 2011 a 2020), con series como 'Motivos personales' (2005), 'Herederos' (2008) y 'Gran Hotel' (2011). Por contra, su trabajo en el cine se redujo mucho, destacando películas como 'París-Tombuctú' (1999) y 'Bienvenido a casa' (2005). Su interpretación en 'Más allá del jardín' (1997) y 'Esquilache' (1989) le supusieron la nominación a los Goya, aunque tuvo que esperar a 2013 para llevarse uno de Honor a casa.

En 2013 se llevó el Goya de Honor a casa

Concha Velasco Goya
Concha Velasco recibiendo su Goya de honor

Sus últimos años

El teatro fue precisamente donde Concha Velasco más brilló en las últimas dos décadas, con obras como 'Filomena Marturano' (2006), 'Juana la Loca' (2016) además de 'El Funeral' (2018) y 'La habitación de María' (2020), ambas escritas por su hijo Manuel. Fue durante la representación de la última cuando Concha, aconsejada por sus hijos, anunció su retirada el 21 de septiembre de 2021. La intención era que pudiera llevar una vida tranquila cuidada por sus hijos. Pero sus problemas de salud motivaron su ingreso en una residencia en febrero, como Concha confirmó a SEMANA: "La decisión la tomamos mis hijos y yo, aconsejados por mi médico, que fue el que me recomendó que ingresara en una residencia para que me ayuden con los cuidados que necesito".

Al principio, permaneció en una residencia del centro de Madrid, aunque mes y medio después, fue trasladada a otra en la localidad madrileña de Las Rozas para que pudiera disfrutar de zonas ajardinadas. Allí, ha permanecido cuidada y muy acompañada, aunque en los últimos meses las visitas se habían restringido debido al empeoramiento de su estado, que ha tenido el peor de los desenlaces. Hoy lloramos su pérdida, pero el brillo de los ojos de la 'chica yeyé' y su eterna sonrisa nos acompañarán siempre. Gracias, querida Concha.