El miércoles 19 de enero de 2021 marcará un antes y un después en la vida de Iñaki Urdangarin y su esposa. Ese día, para sorpresa de toda España y de muchos de los allegados a la pareja, salieron a la luz las imágenes del marido de la infanta Cristina dando un paseo en la localidad francesa de Bidart agarrado de la mano de otra mujer. Las fotos no tardaron en correr como la pólvora en los medios de comunicación nacionales e internacionales, así como en las redes. Han pasado apenas 24 horas de la vertiginosa cascada de titulares que ha despertado la nueva amistad del que fuera jugador olímpico de balonmano. Y es el momento de plantearse algunas cuestiones. ¿Qué consecuencias tendrá para su futuro lo sucedido? ¿Cómo afectará a la vida de sus familiares? ¿Estaba al tanto la infanta de esto? ¿Han barajado la separación o el divorcio? ¿O les bastará el 'cese temporal de la convivencia', siguiendo el modelo de la infanta Elena y Jaime de Marichalar? Son muchos los interrogantes en torno al yerno de los reyes eméritos, quien parece dispuesto a seguir adelante con su recién estrenada relación.
La mujer con la que ha sido inmortalizado se llama Ainhoa Armentia. Esta analista y contable alavesa tiene 43 años y es madre de dos hijos. Desde el año 2019 trabaja en el mismo despacho de abogados en el que entró Urdangarin como parte de las exigencias para obtener el tercer grado penitenciario. Desde que entró en la plantilla de Imaz&Asociados, el vasco coquetea abiertamente con ella. No se esconden y tontean delante de sus compañeros. Mucha gente de Vitoria les ha podido ver juntos. Todo parece sonreírle al que fuera duque de Palma, pero las cosas se le podrían torcer. Y mucho.
Iñaki podría tener problemas con la justicia en caso de no haber justificado su escapada
Y es que uno de las primeros -y gravísimos- efectos de su escapada a las costas de Francia podría perjudicarlo en lo relativo a su condición de semilibertad. Cabe recordar que se encuentra en régimen de tercer grado. Esto permite, salvo contadas excepciones, que un penado salga de prisión y regrese a dormir al centro o al espacio habilitado que tengan las instituciones penitenciarias para ello. En su caso, debería haber salido del país presentando a las autoridades un permiso expreso.
Para evitar posibles consecuencias judiciales de su traslado al país vecino, Urdangarin tendría que haber justificado el motivo de su viaje exprés a Bidart. Su condición le permite salir de España, sí; pero únicamente cuando se producen las siguientes circunstancias: motivos laborales justificados o motivos personales considerados excepcionales, como la muerte de un familiar o la boda de un hijo, por ejemplo. En definitiva, para no toparse de narices con la ley, el aún marido de la Infanta Cristina solo podría haber salido del país por motivos acreditados y autorizados judicialmente. De no ser así, podría tener problemas serios con la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, el órgano que le concedió su actual -y parcial- libertad.
Aún hay más problemas y quebraderos de cabeza a los que tendrá que dar la cara Urdangarin. Su imagen pública ya está lo suficientemente denostada. Ante este nuevo panorama, él queda en entredicho. Todo esto podría afectar a su actual puesto de trabajo, las relaciones profesionales que mantiene ahora en su nuevo círculo y a su credibilidad. O lo que queda de ella. En cierto modo, también queda en entredicho su mujer. Se dice que la infanta conocía que estas fotos se iban a publicar antes de que hicieran estallar la crónica social. Ninguno de ellos ha emitido comunicado o ha utilizado medio alguno para explicarse. Esto induce a pensar que el matrimonio ya estaba roto desde hace tiempo.
Pablo Urdangarin se convierte en el improvisado portavoz familiar: "Lo hablaremos entre nosotros"
Fue a finales de octubre de 2021 cuando se les vio juntos por última vez en Barcelona. Acudieron a un partido de balonmano de su hijo Pablo Urdangarin, que juega en el equipo de balonmano de la ciudad. A sus 21 años, el joven se ha convertido, sin quererlo, en el portavoz de la familia. Ha sido el primero en responder sobre las polémicas fotos de su padre. "Es un tema familiar. Son cosas que pasan y lo hablaremos entre nosotros. Todos estamos tranquilos. Todos nos vamos a querer igual", contestaba con una educación, una entereza y una madurez loables.
"Seguimos muy contentos, tampoco va a cambiar nada", ha resaltado el segundo hijo de la infanta Cristina e Iñaki. De sus palabras se deduce que también estaba al tanto de lo que sucede en casa. Faltaría por conocer cómo están viviendo esta delicada situación sus hermanos, Juan Valentín, Miguel e Irene, al ver que el matrimonio de sus padres hace aguas. Para ningún hijo es fácil la separación de sus progenitores, y ellos no son una excepción.
Apartado de Casa Real a raíz de su implicación en el caso Nóos, Iñaki Urdangarin siempre ha contado con el apoyo de la Infanta Cristina. Ella lo defendió en su día frente al juez, asegurando sin que le temblara la voz: "Confío plenamente en él y en su inocencia". Mucho ha llovido desde que se sentó en un banquillo. En todo este tiempo han tenido que verse entre rejas, han tenido que soportar la segregación de su familia, han aguantado el tiempo y la distancia sin verse... Todo ello sumado a otros tantos acontecimientos, como la salida de España del rey don Juan Carlos, el estallido de la pandemia o los escándalos protagonizados por la infanta y su hermana, la Infanta Elena tras su polémica vacunación en Abu Dabi. El pasado verano, cuando Iñaki accedió al tercer grado, pudieron disfrutar, por fin, de las primeras vacaciones juntos desde que ingresó en prisión en 2018. Poco les han durado las nuevas ilusiones. Ahora resulta que su matrimonio está en la cuerda floja.
Poco durarán también las mieles de las -cortas, pero intensas- horas en las que Iñaki y su nueva amiga se refugiaron en la casa que tiene la madre de Iñaki Urdangarin -Claire Liebaert Courtain- en Bidart. Ahora se avecina un tsunami de magnitudes monumentales que, sin duda, harán daño a los protagonistas de esta historia. Y, -esperemos que no-, pero podrían ocasionar daños colaterales a la imagen de la Corona.