Después de la primera jornada de la Familia Real en Oviedo con motivo de los Premios Princesa de Asturias, una cosa queda clara: la Reina Letizia es la que saca músculo y pisa más fuerte. Ni la hija pródiga Leonor de vuelta a casa, ni el vestido mini de la Infanta Sofía... La presencia de la consorte en su tierra natal, luciendo un vestidazo de terciopelo negro con pechera de cristales de Teresa Helbig, es poderosa como pocas. Ella lidera, ella guía, ella brilla...
Acaso el concierto previo a la entrega de los galardones es 'la noche de Letizia', mientras que la gala en sí se reserva para su primogénita. El primer baño de masas de la Familia Real protagonizado anoche en Oviedo mostró a una Reina con muchas ganas, sofisticada y fortalecida. En todos los sentidos.
Con los años ha ido ganando terreno y su papel en la institución es incuestionable. El despliegue mediático realizado por su reciente 50 cumpleaños ha sido el mejor regalo que podía recibir tras dieciocho años formando parte de la realeza.
Y con esa seguridad y confianza reafirmados, la Reina Letizia es mucha Reina Letizia. El vestido elegido para su reaparición en Asturias, con escote halter, resaltando sus hombros, la ha convertido en la mejor luchadora por la causa. Vemos a una consorte fitness, aún más musculada, más tonificada, más definida. Nos atreveríamos a decir, ¿ha estado haciendo pesas?
Y apenas tres días después de desatar un vendaval con un vestido de espalda al aire en el Teatro Real, Letizia se atrevía con otro look con el que presumir de anatomía. En esta ocasión, una pícara cremallera recorría la parte de atrás del diseño de Teresa Helbig, mientras sus omoplatos relucían con poderío.
Tras el concierto, los Reyes y sus hijas pasaron a saludar al camerino a las artistas de la gala flamenca, María Pagés y Carmen Linares. Después de un buen rato salieron también al escenario del auditorio, donde les esperaba el resto del elenco. De nuevo era Letizia la que marcaba el ritmo. Saludos, palabras elogiosas, por aquí, por allá... Una de las artistas les decía a Leonor y Sofía: "¡Pero qué bonitas!".
Aún les esperaba su reencuentro cara a cara con el pueblo asturiano. Los invitados a este concierto, expectantes tras las catenarias dispuestas en el amplio hall del recinto, estaban ansiosos de verles un año más tan cerca. Y la Familia Real no decepcionó. Leonor y Sofía cada día se muestran más a gusto con este ritual. Ambas están muy mayores (altísimas y con looks de señoritas), aunque sus brackets delatan esa tierna adolescencia.
Y mientras tanto, el Rey Felipe agradecía el cariño y la Reina Letizia se desenvolvía ante sus paisanos con energía y coquetería, tensando bien los bíceps en cada apretón de manos. Alzaba su mano para saludar también a las personas de los pisos superiores.
En el camino, muchas personas les pedían 'selfies' de recuerdo, a lo que ellos accedían con gusto. No hay prisas en estos casos. Los asturianos se entregan con pasión estos días y nuestros 'royals' les devuelven el gesto encantados. La misma escena se repitió con el público a la salida del auditorio.
La bienvenida a esta nueva edición de los Premios Princesa de Asturias no ha podido ser más cálida. La fina lluvia que cayó antes de esta cita en la capital ovetense no arredró a una Letizia valiente, sin chaqueta, con los brazos y la espalda al descubierto, más fuerte que nunca.